la conspiracion del anticristo.


interesante documental en el que se devela una parte importante de los misterios acerca del anticristo y el nuevo gobierno mundial que se pretende implantar en la tierra. talvez desde el punto de vista biblico no sea el mas adecuado orden ni suceso de eventos ; pero es una importante fuente de informacion actual e historica que nos puede arrojar una luz sobre lo que podria estarse gestando en el mundo , en secreto y sin que nosotros como habitantes podamos ver a simple vista. espero tus comentarios.

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Damasco llega cerca de su final profetizado !!!


En internet se encuentra informacion muy variada y detallada de muchas noticias que tienen que ver con las profecias biblicas respecto a la serie de eventos que tendran lugar muy pronto en medio oriente; como desenlaze ya profetizado en la palabra de Dios por medio de los profetas. Aqui un articulo extraido del sitio http://elmileniodecristo.blogspot.com/ en el cual se echa un vistazo a la situacion actual en esa region tan controversial . Damasco, la capital de Siria, es una de las ciudades más antiguas en existencia. Los 1.67 millones de personas que actualmente habitan la ciudad más grande de Siria, están asentados sobre una rica historia que data desde Sem, el hijo de Noé. Habitantes como Abraham y el apóstol Pablo fueron alguna vez residentes. Aunque regida a través del tiempo por una plétora de tribus e imperios, la historia de la ciudad persevera en una cadena que no ha sido rota hasta este día. Y aun así, la Biblia dice que Damasco tendrá finalmente un rápido, devastador y permanente fin.

Isaías 17:1-14 contiene un oráculo contra Damasco. En términos precisos, el verso 1 dice: "He aquí que Damasco dejará de ser ciudad, y será montón de ruinas".

¿Quién causará la desolación de la ciudad? Será Israel. El verso 9 declara: "En aquel día sus ciudades fortificadas serán como los frutos que quedan en los renuevos y en las ramas, los cuales fueron dejados a causa de los hijos de Israel; y habrá desolación".

La Biblia incluso nos dice qué tan rápido y durante cuál hora del día esto ocurrirá. El verso 14a declara: "Al tiempo de la tarde, he aquí la turbación, pero antes de la mañana el enemigo ya no existe".



Bashar el-Assad (Siria) y Mahmoud Ahmadinejad (Irán)

El profeta Jeremías reitera esta profecía en Jeremías 49:23-27. Los versos 26 y 27 declaran: "Por tanto, sus jóvenes caerán en sus plazas, y todos los hombres de guerra morirán en aquel día, ha dicho Jehová de los ejércitos. Y haré encender fuego en el muro de Damasco, y consumirá las casas de Ben-adad.

¿Qué arma artificial israelí podría causar que una ciudad sea totalmente aniquilada en menos de un día? En este día y época modernos la respuesta es bien conocida: una cabeza nuclear.




¿Por qué tendría Israel que usar esta arma como un último recurso contra la ciudad de Damasco? La respuesta es: sobrevivencia. Cuando los Estados Unidos usaron la bomba atómica sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, fue para forzar un final al conflicto sangriento de la Segunda Guerra Mundial. Israel verá que no tendrá otra alternativa militar más que usar un arma de ese tipo con el mismo propósito: prevenir su propia aniquilación.

El Primer Ministro israelí Ehud Olmert reiteró este punto cuando declaró en agosto de este año que Israel no "se refrenará" frente a los ataques renovados en el norte de Israel por las armas suplidas por Siria a Hizbolá diseñadas para atacar a civiles. "Ya no habrá más una situación de pelea distante, en la cual las ciudades importantes continúan con su vida como de costumbre. La guerra alcanzará las ciudades y hogares de ciudadanos israelíes y el objetivo de nuestro enemigo será atacar los centros poblacionales civiles", detalló él. En ese punto, "seremos forzados a traer un rápido fin a las hostilidades, al menor costo posible, usando nuestra ventaja comparativa" la cual es "capacidades masivas y herramientas que nos detuvimos de usar, porque Israel estaba batallando contra una organización terrorista, no un estado".
"Olmert: No holding back against Hizbullah" by Roni Sofer, YNetNews, Aug. 19, 2008,


Incluso los líderes israelíes que más han apoyado las políticas de apaciguamiento saben que cuando sus ciudadanos son atacados en sus propias ciudades, Israel será forzado a usar "capacidades masivas" para finalizar el conflicto rápidamente. La Biblia anticipa que ese escenario de hecho ocurrirá, y la larga historia de Damasco finalmente terminará.

Traducción y diagramación: Donald Dolmus

detector de basura...!!!

Uno de nuestros principales objetivos aquí es ayudar a las personas a amar a Dios con su mente. Uno realmente no puede hacer esto sin aprender a pensar bíblicamente, y a pensar críticamente. En nuestra cultura saturada de televisión, hemos descubierto que hay más cristianos conformados a las filosofías y engaños del mundo que a las enseñanzas y verdades de la Biblia.


Así que en este ensayo ofrezco algunas sugerencias sobre cómo aguzar nuestras capacidades de pensamiento. El apóstol Pablo nos exhorta, en Colosenses 2:8: “Cuídense de que nadie los cautive con la vana y engañosa filosofía que sigue tradiciones humanas, la que va de acuerdo con los principios de este mundo y no conforme a Cristo”. La forma de impedir que seamos cautivados por el pensamiento no bíblico e impío es construir una especie de rejilla mental a través de la cual filtremos lo que vemos, oímos y leemos.

El primer elemento de la rejilla es saber lo que dice la Biblia, para que podamos comparar las ideas que permean nuestra cultura con la verdad absoluta de lo que Dios ha revelado. No existen atajos aquí; requiere tiempo dedicado a la Palabra de Dios, leyendo y meditando sobre lo que hemos leído. Y, para comprender el contexto de lo que leemos, tenemos que avanzar por la Biblia de a un libro por vez, en vez de abrirla al azar y leerla a tontas y a locas. Sabemos que no todos son lectores; Dios hizo que algunas personas fueran “aprendices auditivos”, que necesitan escuchar la Palabra más que leerla. Eso esta perfecto; la Biblia dice: “Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo” (Romanos 10:17). ¡No dice “leer”! Hoy día es posible escuchar la Biblia en un casete o un CD, o aun por la Internet.{1}Sea lo que necesite usted, ponga la Biblia en su cabeza y en su corazón.



Al ver lo que la Biblia dice, usted podrá reconocer las falsificaciones de la verdad de Dios. Por ejemplo, a lo largo de los últimos años la definición de la verdad ha ido cambiando. Solía ocurrir que todos suponían que existía tal cosa como la verdad absoluta: cosas que eran verdaderas para todas las personas, de todos los tiempos, de todos los lugares. Hoy, muchas personas piensan que creencias contradictorias -como las diferentes religiones mundiales- pueden ser todas verdaderas al mismo tiempo, y que el asesinato, la mentira y el adulterio pueden ser aceptables bajo ciertas condiciones. La creencia de que la verdad es relativa es una filosofía mundana que ha cautivado a muchos, y los cristianos deberíamos filtrar esto de nuestro pensamiento porque Dios nos ha revelado verdades inalterables en su Palabra.



En su libro, Defeating Darwinism by Opening Minds, Phillip Johnson tiene un excelente capítulo llamado “Afine su detector de basura”. Indica una lista de herramientas para el pensamiento crítico que surgieron originalmente de Carl Sagan, el fallecido astrónomo que hizo que la ciencia fuera comprensible para nosotros, los legos. (Lamentablemente, el Dr. Sagan no usó su detector de basura con él mismo, ya que insistió ferozmente en que la verdadera ciencia equivalía a un punto de vista puramente naturalista.)



Un detector de basura bien sintonizado podrá filtrar varios tipos de basura que quieren cautivar a los cristianos cuando nos tragamos el pensamiento que viene de la cultura que nos rodea.



Términos ambiguos y definiciones cambiantes



Un tipo de basura al que tenemos que estar alertas es el uso de términos ambiguos. Las personas con una cosmovisión no cristiana pueden comenzar usando un lenguaje que pensamos entender y luego, de pronto, virar hacia un nuevo significado. Una vez, cuando era un creyente flamante, se me acercaron en la calle personas que recolectaban dinero para niños necesitados. Les pregunté: “¿Les enseñan acerca de Jesús?”. Me contestaron: “Sí . . . “. Luego de que les di dinero y recibí sus folletos, ¡descubrí que enseñaban que Jesús y Satanás eran hermanos! Vemos que ocurre también esta ambigüedad deliberada en el debate sobre el aborto. Es mucho más fácil liberarse de un conjunto de células indeseables si uno no lo llama “despedazar y mutilar un bebé no nacido”.

También tenemos que estar alertas ante las definiciones cambiantes. En el debate de la evolución, muchas personas comienzan por definir a la evolución como “cambio a lo largo del tiempo”. ¿Quién puede cuestionar esto? Pero luego nos damos cuenta de que la verdadera definición de trabajo de la evolución es el cambio sin guía y sin propósito.



Creer lo que queremos creer



También tenemos que estar atentos a lo que Phillip Johnson llama el “pecado original” de creer lo que queremos creer, aun cuando haya evidencia en sentido contrario. Es intelectualmente deshonesto negar los hechos que contradicen nuestras creencias preferidas para que podamos mantenernos en nuestra zona de comodidad. En Probe recibimos e-mails críticos de personas que se quejan porque no asumimos una posición en cuanto a la edad de la tierra. Provienen de gente que cree lo que quiere creer, independientemente del hecho de que haya buena evidencia a favor de otra posición. Una de las oraciones más sabias que podemos hacer es: “Señor, muéstrame dónde estoy siendo engañado”. Sea que hablemos de nuestra vida emocional, espiritual o intelectual, tenemos que ir de la oscuridad de creer lo que queremos creer a la luz de la verdad, según Dios nos la muestra.

El uso selectivo de la evidencia



Otra habilidad para el pensamiento crítico es estar atento al uso selectivo de la evidencia. Tenemos que cuidarnos de no dejarnos llevar por cualquier corriente antes de verificar toda evidencia que llevaría a una conclusión diferente. El debate entre la creación y la evolución es un excelente ejemplo de este principio, porque es sumamente difícil encontrar un libro de texto de biología que dé a los estudiantes evidencia en contra de la evolución. No aprenden que los evolucionistas no pueden justificar cosas como el vuelo, el ojo o la explosión de animales plenamente formados en los estratos de roca del Cámbrico.

Sé de muchas mujeres que lamentan profundamente haber tenido abortos basados en el uso selectivo de evidencia. Se les dijo que esto resolvería su problema, que era simplemente la remoción de tejido fetal indeseado, que no era gran cosa, en realidad. No se les hizo una ecografía donde podrían haber visto a su bebé moviéndose adentro de ellas, ni se les dijo cómo la Biblia declara que hasta el ser humano más pequeño no nacido es una persona. Tampoco se les habló acerca de la horrenda carga de culpa y vergüenza que llevarían por años después. Tenemos que conocer los dos lados de un argumento para evitar quedar cautivos de las filosofías del mundo.



Apelación a la autoridad



Otra habilidad para el pensamiento crítico es estar atento a la apelación a la autoridad. “Nada es cierto solo porque alguien importante dice que es cierto”.{2} En nuestra cultura, prácticamente veneramos a los expertos (especialmente los expertos científicos), y gustosamente dejamos de lado nuestras creencias e instintos si alguien con un guardapolvo de laboratorio blanco o con siglas después de su nombre nos dice que algo es verdadero, bueno o correcto. Es así que logramos tener millones de estudiantes que son malos lectores en Estados Unidos: los expertos educativos decidieron deshacerse de los fonemas, que funcionan muy bien, y sustituirla por el enfoque de palabras completas para la lectura, que fracasa miserablemente. Pero no se trata de los guardapolvos de laboratorio blancos; la apelación a la autoridad explota el hecho que nuestra cultura valora las celebridades. Michael Jordan tal vez sea el mejor jugador de baloncesto del mundo, pero ¿significa eso que sea una autoridad en ropa interior también? Tenemos que tener una actitud escéptica ante todo aquel que diga: “Créelo por lo digo yo”.

El argumento ad hominem y el argumento del muñeco de paja



Dos tipos de comunicación que deberían detonar nuestras alarmas internas son el argumento ad hominem y el argumento del muñeco de paja.

Ad hominem, en latín, quiere decir ‘al hombre’. Cuando las personas usan este tipo de argumento, están atacando a la persona en vez de lo que dice la persona. Mi hijo experimentó esto una vez en su clase de la universidad cuando entró en una discusión acalorada con una chica que no estaba siendo demasiado lógica. Como ella no lograba contrarrestar sus argumentos, se frustró, y lo quiso sacar de en medio diciendo: “Ah, de todos modos eres demasiado lindo para ser un chico”. Ese es un argumento ad hominem. Significa que alguien se quedó sin municiones y defensas para su argumento, así que ataca a la otra persona o el otro lado, en cambio.



Ahora bien, tiene algún valor señalar que una persona tiene un prejuicio, porque afectará sus conclusiones. Eso no es lo mismo que atacar a la persona. Cuando las personas nos envían e-mails a Probe acusándonos de tener un prejuicio a favor del cristianismo, admitimos libremente que estamos muy prejuiciados. Pero eso no cambia el hecho de que sea cierto o no el cristianismo. Por otra parte, si una compañía de tabaco publica un estudio que dice que el fumar pasivamente no es peligroso, uno puede cuestionar legítimamente el prejuicio inherente sin atacar a las personas que presentan el argumento.



Otra herramienta para el pensamiento crítico es estar atentos al argumento del muñeco de paja. Esto ocurre cuando un oponente distorsiona la posición de una persona para que sea más fácil de atacar. Recientemente participé en una discusión de un panel sobre terapias y organizaciones que ayudan a las personas a salir de la homosexualidad. Uno de los estudiantes de la clase me señaló y dijo: “Simplemente pienso que usted no debería tratar de hacer que los gays cambien en contra de su voluntad. Eso no está bien”. Bueno, yo estoy de acuerdo, y no conozco a nadie que intente hacer cambiar a los homosexuales en contra de su voluntad. Él estaba usando un argumento del muñeco de paja, porque lo cierto es que yo trabajo con un ministerio que ofrece ayuda solo a los que lo desean.{3} Ni siquiera dejamos entrar a nadie a menos que esté considerando que el cambio es posible, y son ellos los que nos buscan. Este estudiante distorsionó mi posición para que fuera más fácil de atacar.



Por supuesto, ¡nadie anuncia que está usando un argumento del muñeco de paja o ad hominem! Pero cuando uno lo reconoce y lo llama por su nombre, está pensando críticamente sobre lo que está escuchando.



Teorías no comprobables



Cuando era una niñita, mi mente era una esponja, y aprendía ávidamente. Absorbía todo con una falta total de discernimiento. ¡Hubo un tiempo en que estaba confundida en cuanto a si los dioses de la mitología griega y romana eran reales o no!

En este artículo hemos estado considerando cómo amar a un Dios amoroso con nuestras mentes mediante la construcción de un filtro a través del cual examinamos lo que vemos, oímos o leemos. Un filtro mental consistente de una cosmovisión cristiana nos permite mantener lo que es verdadero, bueno y correcto, ¡y no tragarnos el resto, como hice yo! Un detector de basura final involucra reconocer teorías e ideas que no pueden ser probadas como verdaderas o falsas. Muchas personas creen cosas simplemente porque suenan bien, aun cuando no haya forma de averiguar si son correctas o no. Por ejemplo, Carl Sagan inició su famosa serie Cosmos afirmando una cosmovisión: “El Cosmos es todo lo que hay, o hubo alguna vez, o habrá alguna vez”. ¿Cómo prueba uno una afirmación de este tipo para ver si es cierta o no? En Probe recibimos e-mails de personas que han aceptado teorías como estas, que no son comprobables. ¿Cómo hace uno un experimento para demostrar si las personas que han muerto nos están enviando mensajes cuando encontramos monedas en la acera?



Por otra parte, la verificabilidad es una de las cosas que hace que el cristianismo sea tan robusto. Si alguien fuera a aparecer con los huesos de Jesucristo, demostraría que el cristianismo es erróneo, y pondría en evidencia a millones de creyentes engañados. Es una idea comprobable, no un concepto de castillos en las nubes indemostrable. Recuerde lo que dijo Pablo en Colosenses 2:8: “Cuídense de que nadie los cautive con la vana y engañosa filosofía que sigue tradiciones humanas, la que va de acuerdo con los principios de este mundo y no conforme a Cristo”. A fin de hacer esto, tenemos que trabajar para construir un fuerte filtro mental que compare constantemente lo que vemos, oímos y leemos con la verdad de la palabra de Dios. Tenemos que interactuar con la televisión, las películas, los periódicos y las revistas, identificando aquellas cosas que contradicen la verdad que Dios ya nos ha dado. Debemos sentirnos libres para hacer anotaciones en los márgenes de los libros, especialmente cuando encontramos basura en ellos. Tenemos que recordar que tanto el sistema del mundo como nuestro adversario, el diablo, trabajan continuamente para derribar lo que es bueno y verdadero, y erigen falsos argumentos y pretensiones que se levantan contra el conocimiento de Dios. Para que podamos llevar cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo (ver 2 Corintios 10:4, 5). Mezclando metáforas, tenemos que sintonizar nuestros detectores de basura para no ser esponjas.

teologia. la segunda venida de Cristo

En el Antiguo y el Nuevo Testamentos se presenta en muchos pasajes la importancia de la venida de Cristo a establecer su reino. La doctrina, en la forma que ha sido revelada, es mucho más que el solo fin de la historia humana. Es más bien el gran clímax que conduce el programa de Dios a su punto más elevado. Por esta razón, todos los sistemas de teología que tienden a ignorar o a minimizar la doctrina de la segunda venida de Cristo y el gran volumen de pasajes bíblicos que tratan del reinado de Cristo sobre la tierra son inadecuados y sólo pueden ser justificados negando el significado claro y literal de muchas profecías e ignorando extensas porciones de la revelación.

La segunda venida de Cristo, con el reino que lo sigue, es el corazón mismo del progreso de las Escrituras y es el tema más importante de la profecía del Antiguo Testamento. Los grandes pactos de la Escritura se relacionan con el programa de Dios, especialmente los pactos con Abraham, Israel, David y el nuevo pacto. Gran parte de la revelación de los Salmos y de los profetas mayores y menores giran en torno a este gran tema. Los grandes libros proféticos como Daniel, Zacarías y Apocalipsis centran su atención en el tema de la segunda venida de Cristo y la consumación de la historia y el reino. Por esta razón, la doctrina de la segunda venida en gran medida determina el total de la teología del intérprete de la Biblia y justifica el intento de ordenar detalladamente los sucesos proféticos que aún están por cumplirse a fin de ser fiel a toda la revelación bíblica.

B. PROFECIAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO ACERCA DE LA SEGUNDA VENIDA

Mientras el arrebatamiento es una doctrina del Nuevo Testamento que jamás se menciona en el Antiguo Testamento (porque la iglesia como tal era un misterio no revelado en el Antiguo Testamento), la segunda venida está firmemente asentada en el Antiguo Testamento.

Probablemente la primera de las profecías claras acerca de la segunda venida de Cristo está en Deuteronomio 30:1-3. En esta profecía acerca de la reunión de Israel en su tierra nuevamente, se predica que Israel se convertirá al Señor espiritualmente y que entonces el Señor «hará volver a tus cautivos, y tendrá misericordia de ti, y volverá a recogerte de entre todos los pueblos adonde te hubiere esparcido Jehová tu Dios» (v. 3). La expresión «hará volver» indica un acto de intervención de Dios en la situación, y a la luz de las Escrituras posteriores se relaciona claramente con la venida del Señor mismo.

Los Salmos, aunque constituyen el libro de adoración del Antiguo Testamento, frecuentemente se refieren a la segúnda venida de Cristo. Después de una introducción descriptiva del justo, en contraste con el malvado en el Salmo 1, el Salmo 2 inmediatamente describe la gran contienda de Dios con las naciones. Aunque los príncipes del mundo desean rechazar a Dios y su gobierno sobre ellos, Dios declara su propósito:

Pero yo he puesto mi rey sobre Sión, mi monte santo» (2:6).El salmo sigue anunciando que este rey, al enfrentarse con los malos, «los quebrantarás con vara de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzarás» (y. 9).

La trilogía formada por los Salmos 22, 23 y 24 presenta a Cristo como el buen Pastor que daría su vida por sus ovejas (Jn. 10:11); el Gran Pastor, que vive siempre para interceder por los suyos (He. 13:20); y el Príncipe de los Pastores que viene como el Rey de gloria para recompensar a los pastores fieles (1 P. 5:4). El Salmo 24 describe la situación milenial: «De Jehová es la tierra» (y. 1). Se exhorta a las puertas de Jerusalén que se levanten para dar paso al Rey de Gloria (24:7-10).

En el Salmo 50:2 se menciona el reinado de Cristo desde Sión. Como se verá más tarde en el estudio del Milenio, el Salmo 72 describe a Cristo que ha venido a la tierra para reinar sobre las naciones. El Salmo 89:36 habla del establecimiento del trono de Cristo en cumplimiento del pacto con David inmediatamente después de su segunda venida. El Salmo 96, después de describir el honor y la gloria de Dios, exhorta a los cielos y la tierra a que se regocijen «delante de Jehová que vino; porque vino a juzgar la tierra. Juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con verdad» (v. 13).

La posición actual de Cristo a la diestra de Dios es descrita en el Salmo 110, pero también se predice que vendrá el día cuando El reinará sobre sus enemigos y su poder saldrá de Sión (vv. 2, 6). De estas diversas profecías se desprende claramente que la verdad acerca de la segunda venida de Cristo y su reino es una revelación de gran importancia en el Antiguo Testamento y no una de importancia secundaria.

Esto es confirmado como un tema principal entre los profetas mayores y menores. En la gran declaración profética de Isaías 9:6, 7 Cristo es descrito como un niño que ha nacido y al mismo tiempo es Dios todopoderoso. Describe su reinado sobre el trono de David como un reinado que no de los resultados de la segunda venida de Cristo y del establecimiento de su reino. Este pasaje será discutido más ampliamente en el estudio del reino milenial. Sin embargo, la introducción del reino depende de la doctrina de una venida literal de Cristo a la tierra y de la demostración del poder divino para juzgar a los malvados. También se menciona esta escena en Isaías 63:1-6, donde se describe gráficamente el juicio de Cristo sobre la tierra en su segunda venida.

En las profecías de Daniel que tienen relación con los tiempos de los gentiles y el programa de Dios para la nación de Israel, se relaciona la consumación de ambos con la venida del Hijo del Hombre desde el cielo (Dn. 7:13-14). Este pasaje da una clara descripción de la segunda venida: «Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.» Daniel había anunciado la misma verdad al interpretar la visión de Nabucodonosor y había predicho en Daniel 2:44 «un reino que no será jamás destruido».

Igualmente, la mayor parte de los profetas menores tocan este tema, y en forma especial lo hace el libro de Zacarías. Según Zacarías 2:10-11, el Señor declara: «Canta y alégrate, hija de Sión; porque he aquí vengo, y moraré en medio de ti, ha dicho Jehová. Y se unirán muchas naciones a Jehová en aquel día, y me serán por pueblo, y moraré en medio de ti; y entonces conocerás que Jehová de los ejércitos me ha enviado a ti.» Esta es una clara referencia al milenio terrenal y al reinado de Cristo que sigue a su segunda venida. Aún más específico es Zacarías 8:3-8: «Así dice Jehová: Yo he restaurado a Sión, y moraré en medio de Jerusalén; y Jerusalén se llamará Ciudad de la Verdad, y el monte de Jehová de los ejércitos, Monte de Santidad» (y. 3). Los versículos 4-8 describen las calles de Jerusalén llenas de muchachos y muchachas que juegan y a los hijos de Israel que son traídos de todo el mundo y habitan en Jerusalén.

Zacarías 14:1-4 describe en forma dramática la segunda venida de Cristo mismo, que viene en la culminación de la guerra mundial que ha sobrevenido en el Medio Oriente y en la ciudad de Jerusalén. Zacarías dice: «Y se afirmarán SUS pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está enfrente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte y la otra mitad hacia el sur» (v. 4).

La descripción gráfica de la división del Monte de los Olivos en el momento de la segunda venida de Cristo deja en claro que ningún suceso del pasado puede compararse con SU segunda venida. La ridícula interpretación de que la segunda venida se realizó en el día de Pentecostés o en la destrucción de Jerusalén del año 70 no sólo la contradicen las últimas profecías que presentan la segunda venida como un acontecimiento todavía futuro (como en el libro de Apocalipsis), sino que tiene en contra el hecho de que el Monte de los Olivos permanece sin haber sufrido cambio alguno.

Cuando los pies de Cristo se posen sobre el mismo Monte de los Olivos que fue testigo de su ascensión en Hechos 1, ello será la señal para que se produzca un cambio en la topografía de toda la zona que rodea a Jerusalén, en preparación para el reino que se establecerá. Consecuentemente, la segunda venida de Cristo en el Antiguo Testamento no se puede negar con explicaciones en el sentido de que algún suceso pasado o alguna experiencia espiritual contemporánea, por ejemplo, que la venida de Cristo por sus santos ocurre cuando uno muere, o con cualquier otra explicación que es totalmente inadecuada para explicar la revelación bíblica. En cambio, en el Antiguo Testamento la segunda venida de Cristo es la gran consumación de la historia mundial, en la que el Hijo de Dios viene a reclamar el mundo por el cual dio su vida y para ejercer su poder o autoridad sobre el mundo que no quería que Cristo reinase.

C. LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO EN EL NUEVO TESTAMENTO

En la revelación del Nuevo Testamento acerca de la segunda venida de Cristo se introduce un nuevo factor con la revelación del arrebatamiento de la iglesia. En el Antiguo Testamento las predicciones de la primera y segunda venida de Cristo se mezclaban con frecuencia y los profetas tenían dificultades para distinguirlas. Cumplidas las profecías acerca de la primera venida, ya no hay problemas para distinguir entre las profecías relacionadas con sus sufrimientos y aquellas que tienen que ver con su gloria.

Sin embargo, en el Nuevo Testamento, debido a la terminología similar para describir la venida de Cristo por sus santos y la venida de Cristo con sus santos, no siempre es claro cuál acontecimiento se tiene en vista; en cada caso se debe llegar a una decisión sobre la base del contexto. El tema de la venida futura de Cristo es un tema de gran importancia en el Nuevo Testamento, y se estima que uno de cada veinticinco versículos se refiere a ella de uno u otro modo. Se pueden seleccionar por lo menos veinte pasajes extensos que contribuyen con los elementos de mayor importancia de la revelación del Nuevo Testamento (Mt. 19:28; 23:39; 24:3-25:46; Mr. 13:24-37; Lc. 12:35-48; 17:22-37; 18:8; 21:25-28; Hch. 1:10-11; 15:16-18; Ro. 11:25-27; 1 Co. 11:26; 2 Ts. 1:7-10; 2 P. 3:3-4; Jud. 14-15; Ap. 1:7-8; 2:25-28; 16:15; 19:11-21; 22:20).

Además de los hechos notados en el estudio previo de Mateo 13, debemos destacar importantes puntos de énfasis.

1. La segunda venida de Cristo es postribulacional y premilenial. La interpretación literal de las profecías acerca de la segunda venida de Cristo no sólo aclaran que es el preludio del acontecimiento que establece el reino de Cristo sobre la tierra por mil años, sino que además sirve para distinguirla del arrebatamiento de la iglesia, esto es, Cristo que viene por sus santos. De parte de los que espiritualizan las profecías acerca del reino futuro sobre la tierra, la tendencia ha sido mezclar las profecías acerca del arrebatamiento y las profecías sobre la segunda venida de Cristo y considerarlas como un solo suceso, que ocurre de una sola vez, considerando así el arrebatamiento como un suceso postribulacional. La misma interpretación literal de la segunda venida, que lleva a la conclusión de que será seguida por el reino milenial sobre la tierra, sirve para distinguirla del arrebatamiento de la iglesia. Los sucesos son claramente diferentes en su propósito, carácter y contexto.

En el libro The Rapture Question (La cuestion del arrebatamiento), por John F. Walvoord, se dan cincuenta razones para sostener que el arrebatamiento es pretribulacional y la segunda venida para establecer el reino es postribulacional. Igualmente, en el libro The Millennial Kingdom (El reino milenial), por Walvoord, se presentan argumentos teológicos e históricos acerca del establecimiento de un reino literal sobre la tierra. Mientras los teólogos siguen en desacuerdo sobre este tema, el problema queda determinado en gran parte por los principios de interpretación que se use. Los que interpretan la profecía literalmente, y que uniformemente toman en consideración los detalles de la profecía, pueden apoyar adecuadamente la conclusión de que la segunda venida de Cristo es postribulacional y premilenial.

2. Las descripciones de la segunda venida de Cristo en todos los pasajes importantes relacionados con ella enseñan claramente que su venida es personal. Desde luego, esto es apoyado por la revelación de los ángeles en Hechos 1:11, que informaron a los discípulos que estaban mirando hacia el cielo: «Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.» Esto se refiere a la segunda venida de Cristo a la tierra, y no al arrebatamiento. Así como El se fue personalmente al cielo, también volverá personalmente. Desde luego, esto es apoyado por otros pasajes importantes como Mateo 24:27-31 y Apocalipsis 19:11-16.

3. Los mismos pasajes que indican que su venida será personal, enseñan que será una venida corporal. Aunque la deidad de Cristo es omnipresente y puede estar en el cielo y en la tierra al mismo tiempo, el cuerpo de Cristo es siempre local y ahora está a la diestra de Dios Padre. En su segunda venida Cristo volverá corporalmente, así como ascendió corporalmente. Esto es apoyado por Zacarías 14:4:

«Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos.» También lo apoya el pasaje de Hechos 1, que afirma que su venida será del mismo modo que su ascensión.

4. En contraste con el arrebatamiento, en que no hay evidencia de que el mundo como un todo verá la gloria de Cristo, la segunda venida de Cristo será visible y gloriosa. Cristo mismo describió su venida como un relámpago que resplandece desde el oriente hasta el occidente (Mt. 24:27). Así como la ascensión en Hechos 1:11 es visible, su segunda venida será visible, y Cristo «vendrá como le habéis visto ir al cielo».

Cristo dijo en Mateo 24:30: «Verán al Hijo del hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria». El principal argumento del libro de Apocalipsis es que Cristo será revelado al mundo en su segunda venida y en el reino subsecuente. Según Apocalipsis 1:7: «He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él.» Verán a Cristo, no como el humilde nazareno que sufre y muere, o en su cuerpo de resurrección en el cual su gloria estaba algo velada mientras Cristo estaba aún sobre la tierra.

La segunda venida de Cristo pondrá en exhibición la gloria del Hijo de Dios, como se reveló antes a Juan en Apocalipsis 1:12-18 y se describe en detalle en Apocalipsis 19:11-16. En consecuencia, la segunda venida será uno de los acontecimientos más dramáticos de todos los tiempos y será el clímax de todo el programa de Dios que comienza en Edén cuando Adán pecó y perdió el derecho de reinar.

5. La segunda venida de Cristo está también íntimamente relacionada a la tierra y no es un encuentro en el espacio como el arrebatamiento de la iglesia. Muchos pasajes hablan de Cristo que reina en Sión, viene a Sión y sale de Sión, todas ellas referencias a la ciudad literal de Jerusalén (Sal.14:7; 20:2; 53:6; 110:2; 128:5; 134:3; 135:21; Is. 2:3; Jl 3:16; Am. 1:2; Zac. 14:1-4; Ro. 11:26). Según las Escrituras, no solamente su pie tocará el Monte de los Olivos, sino que su venida es en conexión con la destrucción de los ejércitos que tratarán de conquistar Jerusalén (Zac. 14:1-3).

6. La segunda venida de Cristo será presenciada por todos los santos ángeles y por todos los santos de todos los tiempos que están en el cielo. Es la venida con sus santos y no la venida por sus santos. Aunque un propósito importante de la venida de Cristo es libertar a los santos afligidos que aún viven en la tierra, la descripción del suceso en Mateo 25:31 afirma que todos los ángeles estarán con El. Apocalipsis 19:11-21 es aún más explícito y presenta a los ejércitos celestiales que le siguen. Estos indudablemente incluyen a los santos ángeles y a los santos que están en el cielo. La segunda venida será un tiempo de reunión de todos los elegidos, los resucitados, los trasladados y aun los que estaban en sus cuerpos naturales sobre la tierra. Todos participan, de un modo u otro, en este dramático suceso relacionado con la segunda venida.

7. El propósito declarado de la segunda venida es juzgar la tierra (Sal. 96:13). Esto será considerado en los próximos estudios de los juicios de Israel, de las naciones y el juicio de Satanás y de los ángeles caídos. En Mateo 19:28 Cristo les dijo a los doce apóstoles se unirían a El para juzgar las doce tribus de Israel. Mateo 25:31-46 describe el juicio de los gentiles sobre la tierra en el momento de la segunda venida. Ezequiel 20:35-38 predice el juicio de Israel en el momento de la segunda venida. Los que mueran durante el tiempo de persecución que precederá a la segunda venida serán resucitados y juzgados según Apocalipsis 20:4.

La misma verdad es presentada en las diversas parábolas que tratan del tiempo del fin en los evangelios, y en las Escrituras se encuentra una mención frecuente de esta verdad (Lc. 12:37, 45-47; 17:29, 30; 2 Ts. 1:7-9; 2:8; Jud. 15; Ap. 2:27; 19:15-21). La tierra, que actualmente manifiesta toda su pecaminosidad e incredulidad y que en su mayor parte vive como si Dios no existiese, caerá bajo el justo juicio de Dios.

Sin embargo, a pesar de lo extenso que es el juicio, no destruirá la tierra en forma completa. El juicio por fuego descrito en 2 Pedro 3:10 no ocurrirá hasta el fin del milenio, cuando la tierra y los cielos que ahora existen sean destruidos y sean creados un nuevo cielo y una nueva tierra.

El día de Jehová, que comienza con el arrebatamiento e incluye en su introducción los juicios que preceden y siguen inmediatamente la segunda venida, concluye al final del milenio con la destrucción final de la tierra y los cielos que ahora existen. El triunfo del pecado en nuestro mundo moderno es temporal. El triunfo de la justicia de Dios es cierto.

8. El propósito importante de la venida de Cristo es librar a quienes han sobrevivido al martirio durante la tribulación, sean judíos o gentiles. Según Mateo 24:22, si la venida de Cristo fuera demorada indefinidamente, los juicios catastróficos derramados sobre la tierra destruirían toda la raza. La tribulación es cortada por la venida de Cristo para librar a los escogidos de ese destino. En Romanos 11:26-27 se describe a Israel como salvado y libertado. Esto recibe el apoyo de Lucas 21:28, donde se habla de la segunda venida de Cristo y es denominada «tu redención». En el Antiguo Testamento hay pasajes como Zacarías 14:4 también describen en esta liberación.

9. Sin embargo, la segunda venida de Cristo no solamente trae el juicio sobre los malvados y liberación para los justos, sino que introduce un nuevo estado espiritual que será considerado en el estudio del milenio. El mismo acontecimiento que trajo juicio sobre los impíos produce un nuevo avivamiento espiritual a quienes han confiado en el Señor. Esto es apoyado por Romanos 11:26-27 y está incorporado en el nuevo pacto de Jeremías 31:31-34.

10. La segunda venida de Cristo tiene también el propósito central de establecer el reino davídico. En la discusión de la relación de la iglesia con los gentiles en el concilio de Jerusalén (Hch. 15) se argumenta que las profecías anteriores de Amós 9:11-15 predecían el orden de la bendición de los gentiles primero, seguida por la restauración del tabernáculo de David. Esto iba a coincidir con la reunión de Israel restaurado en su tierra, estableciéndose en ella para no volver a ser dispersado (Am. 9:14-15; véase también Ez. 39:

25-29). El regreso físico de Israel, el restablecimiento del reino davídico y el derramamiento del Espíritu de Dios sobre la casa de Israel (Ez. 39:29) se combinan para preparar a Israel y el mundo para las glorias del mundo que seguirá. Según Ezequiel 37:24, los santos del Antiguo Testamento participarán en el reino, siendo David elevado a la categoría de príncipe sobre Israel bajo Cristo. El propósito de Dios era, según fuera anunciado a la virgen María en Lucas 1:31-33, que Cristo vendría a reinar sobre la casa de Israel para siempre.

Tomada como un todo, la segunda venida de Cristo es Un acontecimiento maravilloso que ocurre al final de la Gran Tribulación e introduce el reino milenial. Será una venida personal y corporal que será visible en todo el mundo, y será la manifestación de la gloria de Dios. Estará relacionada con la tierra más que con el cielo y especialmente con Jerusalén en el Monte de los Olivos.

Cristo, en su venida, estará acompañado por los santos ángeles y los santos. Su propósito en su venida es juzgar al mundo, librar a quienes han confiado en El, sean judíos o gentiles, traer un avivamiento en Israel y en el mundo, restablecer el reino de David e introducir la dispensación final de su reino sobre la tierra por mil años. En el contexto de este acontecimiento podrían considerarse ahora la doctrina de la resurrección y la de los juicios relacionados con la segunda venida.

teologia. la segunda venida de Cristo

En el Antiguo y el Nuevo Testamentos se presenta en muchos pasajes la importancia de la venida de Cristo a establecer su reino. La doctrina, en la forma que ha sido revelada, es mucho más que el solo fin de la historia humana. Es más bien el gran clímax que conduce el programa de Dios a su punto más elevado. Por esta razón, todos los sistemas de teología que tienden a ignorar o a minimizar la doctrina de la segunda venida de Cristo y el gran volumen de pasajes bíblicos que tratan del reinado de Cristo sobre la tierra son inadecuados y sólo pueden ser justificados negando el significado claro y literal de muchas profecías e ignorando extensas porciones de la revelación.

La segunda venida de Cristo, con el reino que lo sigue, es el corazón mismo del progreso de las Escrituras y es el tema más importante de la profecía del Antiguo Testamento. Los grandes pactos de la Escritura se relacionan con el programa de Dios, especialmente los pactos con Abraham, Israel, David y el nuevo pacto. Gran parte de la revelación de los Salmos y de los profetas mayores y menores giran en torno a este gran tema. Los grandes libros proféticos como Daniel, Zacarías y Apocalipsis centran su atención en el tema de la segunda venida de Cristo y la consumación de la historia y el reino. Por esta razón, la doctrina de la segunda venida en gran medida determina el total de la teología del intérprete de la Biblia y justifica el intento de ordenar detalladamente los sucesos proféticos que aún están por cumplirse a fin de ser fiel a toda la revelación bíblica.

B. PROFECIAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO ACERCA DE LA SEGUNDA VENIDA

Mientras el arrebatamiento es una doctrina del Nuevo Testamento que jamás se menciona en el Antiguo Testamento (porque la iglesia como tal era un misterio no revelado en el Antiguo Testamento), la segunda venida está firmemente asentada en el Antiguo Testamento.

Probablemente la primera de las profecías claras acerca de la segunda venida de Cristo está en Deuteronomio 30:1-3. En esta profecía acerca de la reunión de Israel en su tierra nuevamente, se predica que Israel se convertirá al Señor espiritualmente y que entonces el Señor «hará volver a tus cautivos, y tendrá misericordia de ti, y volverá a recogerte de entre todos los pueblos adonde te hubiere esparcido Jehová tu Dios» (v. 3). La expresión «hará volver» indica un acto de intervención de Dios en la situación, y a la luz de las Escrituras posteriores se relaciona claramente con la venida del Señor mismo.

Los Salmos, aunque constituyen el libro de adoración del Antiguo Testamento, frecuentemente se refieren a la segúnda venida de Cristo. Después de una introducción descriptiva del justo, en contraste con el malvado en el Salmo 1, el Salmo 2 inmediatamente describe la gran contienda de Dios con las naciones. Aunque los príncipes del mundo desean rechazar a Dios y su gobierno sobre ellos, Dios declara su propósito:

Pero yo he puesto mi rey sobre Sión, mi monte santo» (2:6).El salmo sigue anunciando que este rey, al enfrentarse con los malos, «los quebrantarás con vara de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzarás» (y. 9).

La trilogía formada por los Salmos 22, 23 y 24 presenta a Cristo como el buen Pastor que daría su vida por sus ovejas (Jn. 10:11); el Gran Pastor, que vive siempre para interceder por los suyos (He. 13:20); y el Príncipe de los Pastores que viene como el Rey de gloria para recompensar a los pastores fieles (1 P. 5:4). El Salmo 24 describe la situación milenial: «De Jehová es la tierra» (y. 1). Se exhorta a las puertas de Jerusalén que se levanten para dar paso al Rey de Gloria (24:7-10).

En el Salmo 50:2 se menciona el reinado de Cristo desde Sión. Como se verá más tarde en el estudio del Milenio, el Salmo 72 describe a Cristo que ha venido a la tierra para reinar sobre las naciones. El Salmo 89:36 habla del establecimiento del trono de Cristo en cumplimiento del pacto con David inmediatamente después de su segunda venida. El Salmo 96, después de describir el honor y la gloria de Dios, exhorta a los cielos y la tierra a que se regocijen «delante de Jehová que vino; porque vino a juzgar la tierra. Juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con verdad» (v. 13).

La posición actual de Cristo a la diestra de Dios es descrita en el Salmo 110, pero también se predice que vendrá el día cuando El reinará sobre sus enemigos y su poder saldrá de Sión (vv. 2, 6). De estas diversas profecías se desprende claramente que la verdad acerca de la segunda venida de Cristo y su reino es una revelación de gran importancia en el Antiguo Testamento y no una de importancia secundaria.

Esto es confirmado como un tema principal entre los profetas mayores y menores. En la gran declaración profética de Isaías 9:6, 7 Cristo es descrito como un niño que ha nacido y al mismo tiempo es Dios todopoderoso. Describe su reinado sobre el trono de David como un reinado que no de los resultados de la segunda venida de Cristo y del establecimiento de su reino. Este pasaje será discutido más ampliamente en el estudio del reino milenial. Sin embargo, la introducción del reino depende de la doctrina de una venida literal de Cristo a la tierra y de la demostración del poder divino para juzgar a los malvados. También se menciona esta escena en Isaías 63:1-6, donde se describe gráficamente el juicio de Cristo sobre la tierra en su segunda venida.

En las profecías de Daniel que tienen relación con los tiempos de los gentiles y el programa de Dios para la nación de Israel, se relaciona la consumación de ambos con la venida del Hijo del Hombre desde el cielo (Dn. 7:13-14). Este pasaje da una clara descripción de la segunda venida: «Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.» Daniel había anunciado la misma verdad al interpretar la visión de Nabucodonosor y había predicho en Daniel 2:44 «un reino que no será jamás destruido».

Igualmente, la mayor parte de los profetas menores tocan este tema, y en forma especial lo hace el libro de Zacarías. Según Zacarías 2:10-11, el Señor declara: «Canta y alégrate, hija de Sión; porque he aquí vengo, y moraré en medio de ti, ha dicho Jehová. Y se unirán muchas naciones a Jehová en aquel día, y me serán por pueblo, y moraré en medio de ti; y entonces conocerás que Jehová de los ejércitos me ha enviado a ti.» Esta es una clara referencia al milenio terrenal y al reinado de Cristo que sigue a su segunda venida. Aún más específico es Zacarías 8:3-8: «Así dice Jehová: Yo he restaurado a Sión, y moraré en medio de Jerusalén; y Jerusalén se llamará Ciudad de la Verdad, y el monte de Jehová de los ejércitos, Monte de Santidad» (y. 3). Los versículos 4-8 describen las calles de Jerusalén llenas de muchachos y muchachas que juegan y a los hijos de Israel que son traídos de todo el mundo y habitan en Jerusalén.

Zacarías 14:1-4 describe en forma dramática la segunda venida de Cristo mismo, que viene en la culminación de la guerra mundial que ha sobrevenido en el Medio Oriente y en la ciudad de Jerusalén. Zacarías dice: «Y se afirmarán SUS pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está enfrente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte y la otra mitad hacia el sur» (v. 4).

La descripción gráfica de la división del Monte de los Olivos en el momento de la segunda venida de Cristo deja en claro que ningún suceso del pasado puede compararse con SU segunda venida. La ridícula interpretación de que la segunda venida se realizó en el día de Pentecostés o en la destrucción de Jerusalén del año 70 no sólo la contradicen las últimas profecías que presentan la segunda venida como un acontecimiento todavía futuro (como en el libro de Apocalipsis), sino que tiene en contra el hecho de que el Monte de los Olivos permanece sin haber sufrido cambio alguno.

Cuando los pies de Cristo se posen sobre el mismo Monte de los Olivos que fue testigo de su ascensión en Hechos 1, ello será la señal para que se produzca un cambio en la topografía de toda la zona que rodea a Jerusalén, en preparación para el reino que se establecerá. Consecuentemente, la segunda venida de Cristo en el Antiguo Testamento no se puede negar con explicaciones en el sentido de que algún suceso pasado o alguna experiencia espiritual contemporánea, por ejemplo, que la venida de Cristo por sus santos ocurre cuando uno muere, o con cualquier otra explicación que es totalmente inadecuada para explicar la revelación bíblica. En cambio, en el Antiguo Testamento la segunda venida de Cristo es la gran consumación de la historia mundial, en la que el Hijo de Dios viene a reclamar el mundo por el cual dio su vida y para ejercer su poder o autoridad sobre el mundo que no quería que Cristo reinase.

C. LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO EN EL NUEVO TESTAMENTO

En la revelación del Nuevo Testamento acerca de la segunda venida de Cristo se introduce un nuevo factor con la revelación del arrebatamiento de la iglesia. En el Antiguo Testamento las predicciones de la primera y segunda venida de Cristo se mezclaban con frecuencia y los profetas tenían dificultades para distinguirlas. Cumplidas las profecías acerca de la primera venida, ya no hay problemas para distinguir entre las profecías relacionadas con sus sufrimientos y aquellas que tienen que ver con su gloria.

Sin embargo, en el Nuevo Testamento, debido a la terminología similar para describir la venida de Cristo por sus santos y la venida de Cristo con sus santos, no siempre es claro cuál acontecimiento se tiene en vista; en cada caso se debe llegar a una decisión sobre la base del contexto. El tema de la venida futura de Cristo es un tema de gran importancia en el Nuevo Testamento, y se estima que uno de cada veinticinco versículos se refiere a ella de uno u otro modo. Se pueden seleccionar por lo menos veinte pasajes extensos que contribuyen con los elementos de mayor importancia de la revelación del Nuevo Testamento (Mt. 19:28; 23:39; 24:3-25:46; Mr. 13:24-37; Lc. 12:35-48; 17:22-37; 18:8; 21:25-28; Hch. 1:10-11; 15:16-18; Ro. 11:25-27; 1 Co. 11:26; 2 Ts. 1:7-10; 2 P. 3:3-4; Jud. 14-15; Ap. 1:7-8; 2:25-28; 16:15; 19:11-21; 22:20).

Además de los hechos notados en el estudio previo de Mateo 13, debemos destacar importantes puntos de énfasis.

1. La segunda venida de Cristo es postribulacional y premilenial. La interpretación literal de las profecías acerca de la segunda venida de Cristo no sólo aclaran que es el preludio del acontecimiento que establece el reino de Cristo sobre la tierra por mil años, sino que además sirve para distinguirla del arrebatamiento de la iglesia, esto es, Cristo que viene por sus santos. De parte de los que espiritualizan las profecías acerca del reino futuro sobre la tierra, la tendencia ha sido mezclar las profecías acerca del arrebatamiento y las profecías sobre la segunda venida de Cristo y considerarlas como un solo suceso, que ocurre de una sola vez, considerando así el arrebatamiento como un suceso postribulacional. La misma interpretación literal de la segunda venida, que lleva a la conclusión de que será seguida por el reino milenial sobre la tierra, sirve para distinguirla del arrebatamiento de la iglesia. Los sucesos son claramente diferentes en su propósito, carácter y contexto.

En el libro The Rapture Question (La cuestion del arrebatamiento), por John F. Walvoord, se dan cincuenta razones para sostener que el arrebatamiento es pretribulacional y la segunda venida para establecer el reino es postribulacional. Igualmente, en el libro The Millennial Kingdom (El reino milenial), por Walvoord, se presentan argumentos teológicos e históricos acerca del establecimiento de un reino literal sobre la tierra. Mientras los teólogos siguen en desacuerdo sobre este tema, el problema queda determinado en gran parte por los principios de interpretación que se use. Los que interpretan la profecía literalmente, y que uniformemente toman en consideración los detalles de la profecía, pueden apoyar adecuadamente la conclusión de que la segunda venida de Cristo es postribulacional y premilenial.

2. Las descripciones de la segunda venida de Cristo en todos los pasajes importantes relacionados con ella enseñan claramente que su venida es personal. Desde luego, esto es apoyado por la revelación de los ángeles en Hechos 1:11, que informaron a los discípulos que estaban mirando hacia el cielo: «Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.» Esto se refiere a la segunda venida de Cristo a la tierra, y no al arrebatamiento. Así como El se fue personalmente al cielo, también volverá personalmente. Desde luego, esto es apoyado por otros pasajes importantes como Mateo 24:27-31 y Apocalipsis 19:11-16.

3. Los mismos pasajes que indican que su venida será personal, enseñan que será una venida corporal. Aunque la deidad de Cristo es omnipresente y puede estar en el cielo y en la tierra al mismo tiempo, el cuerpo de Cristo es siempre local y ahora está a la diestra de Dios Padre. En su segunda venida Cristo volverá corporalmente, así como ascendió corporalmente. Esto es apoyado por Zacarías 14:4:

«Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos.» También lo apoya el pasaje de Hechos 1, que afirma que su venida será del mismo modo que su ascensión.

4. En contraste con el arrebatamiento, en que no hay evidencia de que el mundo como un todo verá la gloria de Cristo, la segunda venida de Cristo será visible y gloriosa. Cristo mismo describió su venida como un relámpago que resplandece desde el oriente hasta el occidente (Mt. 24:27). Así como la ascensión en Hechos 1:11 es visible, su segunda venida será visible, y Cristo «vendrá como le habéis visto ir al cielo».

Cristo dijo en Mateo 24:30: «Verán al Hijo del hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria». El principal argumento del libro de Apocalipsis es que Cristo será revelado al mundo en su segunda venida y en el reino subsecuente. Según Apocalipsis 1:7: «He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él.» Verán a Cristo, no como el humilde nazareno que sufre y muere, o en su cuerpo de resurrección en el cual su gloria estaba algo velada mientras Cristo estaba aún sobre la tierra.

La segunda venida de Cristo pondrá en exhibición la gloria del Hijo de Dios, como se reveló antes a Juan en Apocalipsis 1:12-18 y se describe en detalle en Apocalipsis 19:11-16. En consecuencia, la segunda venida será uno de los acontecimientos más dramáticos de todos los tiempos y será el clímax de todo el programa de Dios que comienza en Edén cuando Adán pecó y perdió el derecho de reinar.

5. La segunda venida de Cristo está también íntimamente relacionada a la tierra y no es un encuentro en el espacio como el arrebatamiento de la iglesia. Muchos pasajes hablan de Cristo que reina en Sión, viene a Sión y sale de Sión, todas ellas referencias a la ciudad literal de Jerusalén (Sal.14:7; 20:2; 53:6; 110:2; 128:5; 134:3; 135:21; Is. 2:3; Jl 3:16; Am. 1:2; Zac. 14:1-4; Ro. 11:26). Según las Escrituras, no solamente su pie tocará el Monte de los Olivos, sino que su venida es en conexión con la destrucción de los ejércitos que tratarán de conquistar Jerusalén (Zac. 14:1-3).

6. La segunda venida de Cristo será presenciada por todos los santos ángeles y por todos los santos de todos los tiempos que están en el cielo. Es la venida con sus santos y no la venida por sus santos. Aunque un propósito importante de la venida de Cristo es libertar a los santos afligidos que aún viven en la tierra, la descripción del suceso en Mateo 25:31 afirma que todos los ángeles estarán con El. Apocalipsis 19:11-21 es aún más explícito y presenta a los ejércitos celestiales que le siguen. Estos indudablemente incluyen a los santos ángeles y a los santos que están en el cielo. La segunda venida será un tiempo de reunión de todos los elegidos, los resucitados, los trasladados y aun los que estaban en sus cuerpos naturales sobre la tierra. Todos participan, de un modo u otro, en este dramático suceso relacionado con la segunda venida.

7. El propósito declarado de la segunda venida es juzgar la tierra (Sal. 96:13). Esto será considerado en los próximos estudios de los juicios de Israel, de las naciones y el juicio de Satanás y de los ángeles caídos. En Mateo 19:28 Cristo les dijo a los doce apóstoles se unirían a El para juzgar las doce tribus de Israel. Mateo 25:31-46 describe el juicio de los gentiles sobre la tierra en el momento de la segunda venida. Ezequiel 20:35-38 predice el juicio de Israel en el momento de la segunda venida. Los que mueran durante el tiempo de persecución que precederá a la segunda venida serán resucitados y juzgados según Apocalipsis 20:4.

La misma verdad es presentada en las diversas parábolas que tratan del tiempo del fin en los evangelios, y en las Escrituras se encuentra una mención frecuente de esta verdad (Lc. 12:37, 45-47; 17:29, 30; 2 Ts. 1:7-9; 2:8; Jud. 15; Ap. 2:27; 19:15-21). La tierra, que actualmente manifiesta toda su pecaminosidad e incredulidad y que en su mayor parte vive como si Dios no existiese, caerá bajo el justo juicio de Dios.

Sin embargo, a pesar de lo extenso que es el juicio, no destruirá la tierra en forma completa. El juicio por fuego descrito en 2 Pedro 3:10 no ocurrirá hasta el fin del milenio, cuando la tierra y los cielos que ahora existen sean destruidos y sean creados un nuevo cielo y una nueva tierra.

El día de Jehová, que comienza con el arrebatamiento e incluye en su introducción los juicios que preceden y siguen inmediatamente la segunda venida, concluye al final del milenio con la destrucción final de la tierra y los cielos que ahora existen. El triunfo del pecado en nuestro mundo moderno es temporal. El triunfo de la justicia de Dios es cierto.

8. El propósito importante de la venida de Cristo es librar a quienes han sobrevivido al martirio durante la tribulación, sean judíos o gentiles. Según Mateo 24:22, si la venida de Cristo fuera demorada indefinidamente, los juicios catastróficos derramados sobre la tierra destruirían toda la raza. La tribulación es cortada por la venida de Cristo para librar a los escogidos de ese destino. En Romanos 11:26-27 se describe a Israel como salvado y libertado. Esto recibe el apoyo de Lucas 21:28, donde se habla de la segunda venida de Cristo y es denominada «tu redención». En el Antiguo Testamento hay pasajes como Zacarías 14:4 también describen en esta liberación.

9. Sin embargo, la segunda venida de Cristo no solamente trae el juicio sobre los malvados y liberación para los justos, sino que introduce un nuevo estado espiritual que será considerado en el estudio del milenio. El mismo acontecimiento que trajo juicio sobre los impíos produce un nuevo avivamiento espiritual a quienes han confiado en el Señor. Esto es apoyado por Romanos 11:26-27 y está incorporado en el nuevo pacto de Jeremías 31:31-34.

10. La segunda venida de Cristo tiene también el propósito central de establecer el reino davídico. En la discusión de la relación de la iglesia con los gentiles en el concilio de Jerusalén (Hch. 15) se argumenta que las profecías anteriores de Amós 9:11-15 predecían el orden de la bendición de los gentiles primero, seguida por la restauración del tabernáculo de David. Esto iba a coincidir con la reunión de Israel restaurado en su tierra, estableciéndose en ella para no volver a ser dispersado (Am. 9:14-15; véase también Ez. 39:

25-29). El regreso físico de Israel, el restablecimiento del reino davídico y el derramamiento del Espíritu de Dios sobre la casa de Israel (Ez. 39:29) se combinan para preparar a Israel y el mundo para las glorias del mundo que seguirá. Según Ezequiel 37:24, los santos del Antiguo Testamento participarán en el reino, siendo David elevado a la categoría de príncipe sobre Israel bajo Cristo. El propósito de Dios era, según fuera anunciado a la virgen María en Lucas 1:31-33, que Cristo vendría a reinar sobre la casa de Israel para siempre.

Tomada como un todo, la segunda venida de Cristo es Un acontecimiento maravilloso que ocurre al final de la Gran Tribulación e introduce el reino milenial. Será una venida personal y corporal que será visible en todo el mundo, y será la manifestación de la gloria de Dios. Estará relacionada con la tierra más que con el cielo y especialmente con Jerusalén en el Monte de los Olivos.

Cristo, en su venida, estará acompañado por los santos ángeles y los santos. Su propósito en su venida es juzgar al mundo, librar a quienes han confiado en El, sean judíos o gentiles, traer un avivamiento en Israel y en el mundo, restablecer el reino de David e introducir la dispensación final de su reino sobre la tierra por mil años. En el contexto de este acontecimiento podrían considerarse ahora la doctrina de la resurrección y la de los juicios relacionados con la segunda venida.

Juan Pablo II y el marxismo


por Atila sinke Guimaraes
Los aduladores de Juan Pablo II normalmente propagan que él era un león contra el Comunismo y el Marxismo. Yo estoy en absoluto desacuerdo con esa tesis.
Antes de ser Papa, Karol Wojtyla llevó una vida de colaboración con el comunismo en Polonia; él estaba completamente comprometido con la política general Vaticana Ostpolitik. Incluso después de haber sido elevado a la Sede de Pedro, en sus varios viajes a Polonia y en las numerosas visitas de líderes comunistas polacos en el Vaticano, no escatimó esfuerzos para mantener a los sucesivos gobiernos comunistas en el poder. Igualmente, en la medida que pudo, apoyó a otros líderes comunistas para que no cayesen en sus respectivos países, como Michail Gorbatchev en la URSS y su sucesor Boris Yeltsil.
El hecho de que algunos aspectos del Comunismo hayan sido rechazados desde 1989 en adelante, estimulado por una ola de descontento en los países del Este Europeo, no significa que Juan Pablo II los haya inspirado. Menos aún fue él la causa de ese rechazo, como han sugerido varios oportunistas.
Como actor experimentado que era, siguió la evolución del estado de ánimo de la audiencia y desempeñó ante público aquello que le daría la mayoría de los aplausos y de permitiría difundir su mensaje.
Me reservo para otra ocasión la presentación de una larga crónica sobre la Ostpolitik Vaticana, que incluye el constante y sólido apoyo de Karol Wojtyla a los regímenes comunistas.
Este artículo está destinado a mostrar en algunas líneas generales las afinidades de Juan Pablo II y sus interrelacionados contra el Capitalismo en Occidente.
Poco después de 1965, cuando el Concilio Vaticano II finalizó, la Iglesia Conciliar, incluidos sus Papas, inició una serie de ataques contra las estructuras del mundo Occidental y alentó las reformas sociales en los países que estaban bajo el sistema social-económico del Capitalismo, llamado también neo-liberalismo. Los ataques directos apuntaban al sistema capitalista como tal, acusado de constituir una “estructura de pecado.” Los ataques indirectos – la oposición a la institución de la propiedad privada y la promoción de las reformas socialistas – apuntaban a erosionar las bases legítimas del sistema socio-económico Occidental e introducir leyes en sus estructuras jurídicas que permitirían hacer avanzar el Socialismo.
Paralelamente, fueron hechos aquí y allá elogios a ciertos aspectos del Marxismo, revelando una afinidad difícil de imaginar que pudiera sostener un Papa.
Estos ataques contra el Capitalismo y el apoyo dado tanto al Socialismo y al Comunismo no son características de solo Juan Pablo II. Incluso antes del Concilio, Juan XXIII en sus Encíclicas Mater et Magistra y Pacem in terrae hizo lo mismo. Posteriormente, Paulo VI en sus Encíclicas Populorum progressio y Octagesima adveniens tomaron un camino similar. No obstante, me parece que en sus osados apoyos al Marxismo y al Socialismo, Juan Pablo II fue incluso más allá que sus predecesores. Por esta razón, considero oportuno denunciar esas audacias.

Apoyo al Marxismo

En 1993, Juan Pablo II afirmó que la doctrina social de la Iglesia era el alma del Marxismo – una declaración ciertamente contraria al antiguo Magisterio de los Papas.[1] En la ciudad de Riga, en Letonia, hizo el siguiente claro elogio al Marxismo:
“Las condiciones históricas que dieron origen a este sistema [el Marxismo] fueron muy reales y serias. El sistema de explotación, al que un Capitalismo inhumano ha sometido al proletariado desde los inicios de la revolución industrial, representó una verdadera injusticia que la doctrina social de la Iglesia condenó abiertamente. En el fondo, esta última [la doctrina social de la Iglesia], fue el alma de verdad del Marxismo, gracias al cual puede presentarse de una manera fascinante en las mismas sociedades Occidentales.”[2]
Uno se pregunta, ¿de qué especie de “manera fascinante” habla Juan Pablo II? La respuesta tal vez se pueda encontrar en las palabras del Cardenal Henri de Lubac, amigo cercano de Juan Pablo II.[3] El Cardenal manifiesta una similar admiración por Marx. De Lubac expresa su entusiasmo por los objetivos del Marxismo y su posible proyección metafísica. El escribe:
“El mito concebido por Marx es ciertamente grandioso. (…) Si bien que él es socialista, Marx no es un utópico. Fue el primero en romper con la vieja tradición de las ‘Utopías’ [un lugar no existente] y las ‘Ucronías’ [un tiempo no existente] que obstruyeron el movimiento socialista en sus comienzos. (…) Por esta razón, se puede concluir con toda sinceridad que los fieles [católicos] pueden adoptar el Marxismo en su totalidad, con la condición de proyectarlo, en este caso, en el plano de la metafísica.”[4]
En otra obra, Henri de Lubac nuevamente elogia al Marxismo por supuestamente encontrar una “solución total” para el hombre:
“La idea Marxista del hombre y su destino. Vale la pena que hagamos una pausa aquí un momento, más que cualquier otra doctrina contemporánea, el Marxismo trata sobre este ‘nuevo hombre.’ (…) Más que cualquier otro, el Marxismo se considera heredero de todo movimiento científico y social de estos últimos siglos. Más que cualquier otro, también entiende cómo formular el problema del hombre en su totalidad y la forma de encontrar su solución total.”[5]
Hans Urs von Balthasar es considerado el mentor en filosofía y teología de Juan Pablo II. Al igual que de Lubac, también fue hecho Cardenal como retribución por su trabajo intelectual. Es importante conocer qué es lo que enseña sobre Marx para tener un conocimiento indirecto del pensamiento de Karol Wojtyla. Von Balthasar establece las afinidades entre el Personalismo, la doctrina filosófica a que adhería Juan Pablo II,[6] y la doctrina de Marx y Feuerbach. Von Balthasar escribe:
“Sólo en el amor por lo demás, sólo abandonando la esfera del ‘yo’ y pasando a la esfera del ‘tú’ el hombre encuentra el camino que conduce a la humanidad del hombre. Este es el punto de partida de Marx así como del personalismo religioso y el socialismo (cristiano o no) del siglo XX: Ferdinand Ebner, Martin Buber, Leonhard Ragaz. El hombre se realiza plenamente y sólo se vuelve a sí en este encuentro. En esta experiencia la verdad se revela y se manifiesta espontáneamente, libremente, gratuitamente, en las profundidades del ser del hombre, que es tan abismal que Feuerbach, y después de él, Scheler, lo igualan a lo divino.”[7]
Von Balthasar parece referirse a las tesis sobre la divinidad del filósofo ateo del siglo XIX Ludwig Feuerbach, quien en muchos aspectos, fue el mentor de Marx. En su obra La Esencia de la Cristiandad (1841), Feuerbach defiende la noción de que Dios es sólo una idea, un reflejo de la imagen de la misma esencia humana. Dios no sería más que una proyección del hombre. Feuerbach escribe:
“La esencia absoluta, el Dios del hombre, es su propia esencia. Y, en consecuencia, el poder del objeto [Dios] sobre él [hombre] no es más que el poder de la propia esencia del hombre.”[8]
Basado en esta afirmación de Feuerbcah, Marx afirma que la religión sería el “opio del pueblo.”
Friedrich Engels, co-autor del Manifiesto Comunista y quien puso orden en los confusos escritos de Marx, confirma la fuerte influencia que Feuerbach ejerció sobre Marx. Declara Engels:
“Entonces apareció La Esencia del Cristianismo de Feuerbach. (…) Uno tendría que haber experimentado personalmente los efectos liberadores de este libro para tener una idea de lo que esto significa. El entusiasmo fue general: todos éramos Feuerbachjianos. El libro La Segunda Familia de Marx refleja el entusiasmo con que recibió este nuevo concepto y cuánto (…) fue influenciado por él.”[9]
Por lo tanto, a través de Von Balthasar, se establece un vínculo entre el Personalismo de Juan Pablo II y la idea que inspiró el Marxismo: ambos centran todo en el hombre.
Pero el apoyo que Juan Pablo II dio al Marxismo no se limita a un texto. En innumerables ocasiones lo elogia explícita o implícitamente.
En su Encíclica Laborens exercens, por ejemplo, escribió palabras dignas de atención a este respecto. Tratando sobre el nacimiento de la solidaridad entre los trabajadores, elogia fuertemente el rol del Manifiesto Comunista con su famoso lema: “Proletarios del mundo, unidos.” Aunque no lo menciona de nombre, su elogio al Marxismo se desprende con claridad. Estas son las palabras de Juan Pablo II:
“Precisamente, a raíz de esta anomalía de gran alcance surgió en el siglo pasado [siglo XIX] la llamada ‘cuestión obrera,’ denominada a veces ‘cuestión proletaria.’ Tal cuestión —con los problemas anexos a ella— ha dado origen a una justa reacción social, ha hecho surgir y casi irrumpir un gran impulso de solidaridad entre los hombres del trabajo y, ante todo, entre los trabajadores de la industria. La llamada a la solidaridad y a la acción común, lanzada a los hombres del trabajo —sobre todo a los del trabajo sectorial, monótono, despersonalizador en los complejos industriales, cuando la máquina tiende a dominar sobre el hombre— tenía un importante valor y su elocuencia desde el punto de vista de la ética social. Era la reacción contra la degradación del hombre como sujeto del trabajo, y contra la inaudita y concomitante explotación en el campo de las ganancias, de las condiciones de trabajo y de previdencia hacia la persona del trabajador. Semejante reacción ha reunido al mundo obrero en una comunidad caracterizada por una gran solidaridad.
“Tras las huellas de la Encíclica Rerum novarum (…) se debe reconocer francamente que fue justificada, desde la óptica de la moral social, la reacción contra el sistema de injusticia y de daño, que pedía venganza al cielo, y que pesaba sobre el hombre del trabajo en aquel período de rápida industrialización.”[10]
Por lo tanto, vemos a Juan Pablo II elogiando el Manifiesto Comunista como una reacción justificada contra el Capitalismo en el siglo XIX. Para hacerlo, pretende hacer creer que sigue los pasos de León XIII.
Las enseñanzas de este último Pontífice, sin embargo, eran muy diferentes de las de Juan Pablo II. A continuación presentamos algunos textos específicos de León XIII contra el Comunismo y el Socialismo, que son per diametrum opuestas a los elogios hechos por Juan Pablo II.
En su Encíclica Quod apostolici muneris, León XIII enseña:
• Empero, aunque los socialistas, abusando del mismo Evangelio para engañar más fácilmente a incautos, acostumbran a forzarlo adaptándolo a sus intenciones, con todo hay tan grande diferencia entre sus perversos dogmas y la purísima doctrina de Cristo, que no puede ser mayor. Porque ¿qué participación puede haber de la justicia con la iniquidad, o qué consorcio de la luz con las tinieblas? (2 Cor. VI, 14).”[11]
• “Los socialistas, comunistas y nihilistas son una mortal pestilencia que serpentea por las más íntimas entrañas de la sociedad humana y la conduce al peligro extremo de ruina.”[12]
• “Los socialistas, comunistas y nihilistas (…) nada dejan intacto e íntegro de lo que por las leyes humanas y divinas está sabiamente determinado para la seguridad y decoro de la vida.”[13]
Un simple contraste de ambas enseñanzas llevan a concluir que Juan Pablo II no es sólo favorable a Marx, al Manifiesto Comunista y los movimientos relacionados con él – el Comunismo y el llamado Socialismo Científico – sino también que él se sitúa lejos de la doctrina católica.
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[1] Documentos pontificios contra el Socialismo y el Comunismo
Pío IX: Encíclicas Nostis et nobiscum, n. 36; Quanta cura, DS 2890; Syllabus, DS 2902, 2915-18; 2977,2980 § 4.
León XIII: Encíclicas Quod apostolici muneris, nn. 62-4, 71, 77, 81, 83-4; Diuturnum illud, n. 105; Auspicatum concenssum, n. 24; Humanum genus, n. 23; Immortale Dei, nn. 32, 38; Libertas praestantissimum, n. 195; Rerum novarum, 7, 9, 22; Laetitiae sancte, n. 5; Graves de communi, nn. 2, 6, 27; Parvenu, n. 19.
San Pío X: Motu proprio del 18 de diciembre de 1903.
Benedicto XV: Encíclicas Ad beatissime, nn. 469-71;

Pío XI: Divini Redemptoris, DS 3773.
Pío XII: Discursos y radiomensajes de 7 de mayo de 1944; 24 de diciembre de 1994; 3 de junio de 1950; 2 de julio de 1951; 14 de septiembre de 1952; 7 de marzo de 1957; Carta a la Semana Social de Francia, de 14 de julio de 1954.
[2] Juan Pablo II, Discurso a los representantes del mundo académico y cultural, en Riga, el 9 de septiembre de 1993, publicado bajo el título “La dottrina sociale della Chiesa indica i principi che devono orientare una società degna dell’uomo,” L’Osservatore Romano, 11/9/1993.
[3] De Lubac escribió el prefacio de una de las ediciones de Amor y Responsabilidad de Karol Wojtyla, en ese entonces Arzobispo de Cracovia. En 1983, Juan Pablo II le retribuyó el favor a de Lubac haciéndolo Cardenal. Ellos se estimaban mucho entre sí
[4] Henri de Lubac, L’idée chrétienne de l’homme et la recherche d’un homme nouveau (Liège: La Penseé Catholique, 1948), pp. 32-33.
Más adelante, de Lubac hace una débil crítica al “absoluto” del Marxismo, que, según él, a pesar de su similitud con el Absoluto en que creen los cristianos, serían al mismo tiempo antagónicos.
[5] H. de Lubac, L’idée chrétienne de l’homme. P. 28.
[6] Para saber más sobre el Personalismo como la base de la doctrina progresista, ver la cinta “Women before and after Vatican II,” de Marian T. Horvat, Ph.D.
[7] H. U. von Balthasar, Solo l’amore è credibile (Turin: Borla, 1965), pp. 45-46.
[8] L. Feuerbach, Das Wesen des Christentums (Berlin: W. Schuffenbauer, 1956), p. 51, apud H. Küng, Vida eterna? (Madrid: Cristiandad, 1983), p. 57.
[9] F. Engels, Feuerbach und der Ausgang der Klassischen deutschen Philosophie, en Marx-Engels Werke (Berlín, 1962), vol. 21, p. 272, apud ibídem, pp. 55-56.
[10] Juan Pablo II, Encíclica Laborens exercens, 14 de septiembre de 1981, n. 8, (Librería Editrice Vaticana, 1982), p. 228
[11] León XIII, Encíclica Quod apostoloco muneris, 28 de diciembre de 1878, (Vozes), p. 8.
[12] Ibídem, p. 3.
[13] Ibídem, p. 4.

La noción socialista de la propiedad de Juan Pablo II

Gilbert Mury, un miembro del Partido Comunista Francés y experto en materias religiosas, explica la importancia fundamental del concepto de propiedad privada como fue enseñada por el Magisterio Pontificio anterior al Concilio Vaticano II. El considera que si la Iglesia Católica cesase su enseñanza sobre la propiedad privada, todos los obstáculos para el Socialismo se desvanecerían. Mury escribe:
“Si el Vaticano cesa realmente de insistir sobre la propiedad privada de los medios de producción (…) entonces ya no va a ser un obstáculo doctrinario permanente en las vías de la colaboración activa del cristiano en el establecimiento y la construcción del Socialismo.”[1]
Apoyando consciente o inconscientemente al Socialismo, los Papas posteriores al Vaticano II dejaron de enseñar la doctrina tradicional sobre la propiedad privada y comenzaron a difundir una noción socialista de la propiedad. Juan Pablo II es un ejemplo expresivo de esto. El adoptó la siguiente noción socialista de la propiedad:
“La propiedad se adquiere ante todo mediante el trabajo, para que ella sirva al trabajo. Esto se refiere de modo especial a la propiedad de los medios de producción. El considerarlos aisladamente como un conjunto de propiedades separadas con el fin de contraponerlos en la forma del «capital» al «trabajo», y más aún realizar la explotación del trabajo, es contrario a la naturaleza misma de estos medios y de su posesión. Estos no pueden ser poseídos contra el trabajo, no pueden ser ni siquiera poseídos para poseer, porque el único título legítimo para su posesión —y esto ya sea en la forma de la propiedad privada, ya sea en la de la propiedad pública o colectiva— es que sirvan al trabajo; consiguientemente que, sirviendo al trabajo, hagan posible (…) el destino universal de los bienes y el derecho a su uso común.”
“Desde ese punto de vista, pues, en consideración del trabajo humano y del acceso común a los bienes destinados al hombre, tampoco conviene excluir la socialización, en las condiciones oportunas, de ciertos medios de producción.”[2]
Hablando en sentido completamente opuesto, León XIII en su Encíclica Rerum novarum declara la legitimidad de la propiedad privada y el carácter perjudicial del Socialismo desde varios puntos de vista. Enseña el Pontífice:
“De todo lo cual se sigue claramente que debe rechazarse de plano esa fantasía del socialismo de reducir a común la propiedad privada, pues daña a esos mismos a quienes se pretende socorrer, repugna a los derechos naturales de los individuos y perturba las funciones del Estado y la tranquilidad común. Por lo tanto, cuando se plantea el problema de mejorar la condición de las clases inferiores, se ha de tener como fundamental el principio de que la propiedad privada ha de conservarse inviolable.”[3]
En su Encíclica Quadragesimo anno, Pío XI condena implícitamente el socialismo del Papa Wojtyla:
“Este error [el socialismo] (…) se basa en una concepción de la sociedad humana que es completamente opuesta a la verdadera doctrina católica. Socialismo religioso, socialismo católico son términos contradictorios: nadie puede ser simultáneamente un buen católico y verdadero socialista.”[4]
Según el constante e invariable Magisterio de los Papas, la propiedad no procede del trabajo, como Juan Pablo II ha insistido, sino de la misma naturaleza del hombre, lo que supone la existencia de condiciones desiguales.
Pío XI niega claramente que el trabajo sea la única base de la propiedad tal como lo afirma Juan Pablo II. Pío XI afirma:
“Pero el Apóstol no enseña en modo alguno que el único título que da derecho a alimento o a rentas sea el trabajo.”[5]
El Papa Pío XI enseña que la propiedad deriva de la propia naturaleza del hombre:
“La división de los bienes en la propiedad privada está establecida por la naturaleza misma de manera que las cosas creadas puedan servir a las necesidades de la humanidad en un orden fijo y estable.”[6]
El Papa León XIII confirma esta enseñanza:
“La propiedad privada… se deriva del derecho natural del hombre: el ejercicio de este derecho, especialmente para aquellos que viven en sociedad, no es sólo lícito, sino absolutamente necesario.”[7]
Parece bien difícil sostener que Juan Pablo II siga la anterior doctrina social católica. Más bien parece estar siguiendo lo que ella condenó.

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[1] Gilberto Mury, apud, Philippe de la Trinité, Dialogue avec le marxisme? (París: Cèdre, 1966), p. 66.
[2] Juan Pablo II, Encíclica Laborens exercens, n. 14, p. 241.
[3] León XIII, Encíclica Rerum novarum, 15 de mayo de 1891, n. 11. (http://www.vatican.va/holy_father/leo_xiii/encyclicals/documents/hf_l-xiii_enc_15051891_rerum-novarum_sp.html)
[4] Pío XI, Encíclica Quadragesimo anno, 15 de mayo de 1931. n. xx (http://www.vatican.va/holy_father/pius_xi/encyclicals/documents/hf_p-xi_enc_19310515_quadragesimo-anno_sp.html)
[5] Ibídem, n. 57.
[6] Ibídem,
[7] León XIII, Encíclica Rerum novarum,(http://www.vatican.va/holy_father/leo_xiii/encyclicals/documents/hf_l-xiii_enc_15051891_rerum-novarum_sp.html)


Una concepción marxista del trabajo y el capital

En cuanto a las relaciones entre el trabajo y el capital, Juan Pablo II también parece adoptar la tesis marxista que un sistema socioeconómico basado en la propiedad privada y la libre iniciativa produce que los ricos se hagan cada vez más ricos, y los pobres cada vez más pobres. En su discurso inaugural el Puebla, en la Conferencia de Obispos Latinoamericana (1979), explicando el pensamiento de Paulo VI sobre la materia, Juan Pablo II afirmó:
“Cuando Paulo VI declaró que el desarrollo es el nuevo nombre de la paz, él tenía en mente todos los vínculos que existen dentro y fuera de las naciones a un nivel universal. Se refería a los mecanismos que estaban imbuidos no con un auténtico humanismo, sino más bien con el materialismo, que a nivel internacional hace que los ricos se hagan cada vez más ricos, y los pobres cada vez más pobres.”[1]
Analicemos el fundamento del lema de Juan Pablo II que el Capitalismo genera que “un rico se hace cada vez más rico y un pobre cada vez más pobre.”
Según la teoría marxista de la plusvalía,[2] el propietario del capital o de los medios de producción, conserva injustamente una parte de la riqueza generada por el trabajador, a quien se le paga un salario sólo de subsistencia. De aquí proviene que Marx diga que el trabajador produce la riqueza de algunos y su propia miseria.[3] Estas son las palabras de Marx:
“Cada día se hace más claro (…) que las mismas relaciones que producen la riqueza también producen miseria (…) y no producen la burguesía rica sino también (…) un proletariado cuyo número se incrementa cada vez más.”[4]
En su libro El Capital, Marx insiste en la misma idea:
“Todos los métodos para la producción de la plusvalía [surplus value] son al mismo tiempo métodos de acumulación. (…) De ello se deduce, por lo tanto, que en proporción a la acumulación del capital, la suerte del trabajador, sea su paga alta o baja, tiene que empeorar. (…) Esta es la ley que establece la fatal correlación entre la acumulación del capital y la acumulación de la miseria. En un extremo, la acumulación de riqueza es, por lo tanto, al mismo tiempo la acumulación de miseria, la agonía del trabajo, la esclavitud, la ignorancia, la brutalidad, y la degradación mental del extremo opuesto.”[5]
Esto sería supuestamente el resultado inevitablemente desolador del sistema capitalista basado en la propiedad privada y en la libre iniciativa.
Se puede ver que con respecto al Capitalismo y la pobreza no parece existir diferencia esencial entre la tesis de Marx y la que defiende Juan Pablo II.
No está de más recordar que la teoría de la plusvalía fue condenada por los Pontífices anteriores. El Papa Pío XI, por ejemplo, enseña:
“Porque ellos están muy equivocados cuando difunden el principio de que el trabajo vale en la medida en que sus productos tienen valor, y debe ser pagado como tal, y que en consecuencia, el trabajador tiene el derecho de exigir todo lo que produce a través de su trabajo. Cuán lejos está esto de la verdad es evidente por lo que ya hemos explicado al tratar sobre la propiedad y el trabajo.”[6]
Una vez más, es difícil evitar concluir que la enseñanza de Juan Pablo II coincide con el discurso marxista y cuán diferente es de la doctrina católica.
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[1] Juan Pablo II, Discurso de apertura en Puebla, 28 de enero de 1979, III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (BAC, Madrid, 1982), p. 398.
[2] Del latín, surplus value, defiende la idea que el trabajador debería recibir todo el beneficio de su trabajo que le da a su empleador.
[3] Die heilige Familie, Werke, vol. 2, p. 37, apud Gustavo & Luis Solimeo, As CEBs… das quais muito se fala – Comentários e documentação totais (São Paulo, Vera Cruz, 1982), p. 39.
[4] K. Marx, Das Elende der Philosophie, Werke, vol. 4, p. 141, apud ibid.
[5] Le Capital, I, 680, apud Kostas Papaionnou, Marx et les marxistes (Flammarion, París, 1972), p. 154
[6] Pío XI, Encíclica Quadragesimo anno.

Auto-realización a través del trabajo, otro concepto marxista

Se encuentran significativas similitudes entre Juan Pablo II y Marx sobre otros puntos. Por ejemplo, en la concepción de la auto-realización del hombre a través del trabajo.
El tema del trabajo, tratado por Paulo VI en Populorum progressio, fue también desarrollado en la Encíclica Laborem exercens y Sollicitudo rei socialis por Juan Pablo II.
En su visita a Módena, Italia, el Pontífice se refirió implícitamente al Marxismo cuando mencionó el “hecho nuevo,” la “revolución del trabajo” que aparece en el panorama histórico. Estas son sus palabras:
“Me gustaría hacer una exégesis de las palabras de San Benito, ‘labora et ora’ [trabaja y reza]. Creo que estas palabras, pronunciadas de esa manera, explican el significado de la enseñanza social de la Iglesia. Si bien que la realidad del trabajo humano siempre ha sido presentada en el mundo y en la historia de la humanidad, de las naciones y de los pueblos, está tomó una medida completamente nueva en los últimos siglos. El trabajo humano se convirtió en un hecho nuevo: la ‘revolución del trabajo.’ La humanidad ha vivido y sigue viviendo esta ‘revolución del trabajo.’”[1]
En Laborem exercens, Juan Pablo II da una interpretación personalista al trabajo, haciendo hincapié en su función de realizar plenamente al hombre:
“Como persona, el hombre es pues sujeto del trabajo. Como persona él trabaja, realiza varias acciones pertenecientes al proceso del trabajo; éstas, independientemente de su contenido objetivo, han de servir todas ellas a la realización de su humanidad, al perfeccionamiento de esa vocación de persona, que tiene en virtud de su misma humanidad.”[2]
Esta “auto-realización” del hombre a través del trabajo predicada por Juan Pablo II es muy similar a la “auto-creación” del hombre a través del trabajo defendida por Marx. De hecho, este último afirmó:
“Toda la llamada historia del mundo no es más que la auto creación del hombre a través del trabajo humano, nada más que el ‘llegar a ser’ [Werden] de la naturaleza para el hombre.”[3]
No pocos comentaristas favorables a Juan Pablo II, lo han considerado, no obstante, un partidario del Socialismo, debido a la similitud entre su concepto de trabajo y el de Marx. Por ejemplo, el autor italiano Rocco Buttiglione, un conservador especialista en el pensamiento de Karol Wojtyla, afirma:
“Incluso una lectura superficial de la Encíclica Laborem exercens causa sorpresa por el hecho que el varios lugares de esta encíclica se puede encontrar terminología marxista usada con precisión y presteza para explicar el mundo contemporáneo. (…) Juan Pablo II acepta el concepto de alienación así como el concepto marxista de la praxis. Marx afirmó que el hombre se crea a sí mismo, se construye a través de su propio trabajo. (…) Karol Wojtyla está de acuerdo con el hecho que el hombre, en cierto sentido, se crea a sí mismo a través de su propio trabajo.”[4]
En el mismo sentido, el teólogo progresista radical, el P. José Luis Segundo escribió:
“Lo que Marx dijo acerca de las relaciones humanas siendo representadas por el trabajo, así como sobre la libertad y el carácter vocacional que el trabajo debe tener para que el hombre pueda realizarse sin la necesidad de dedicar tiempo extra para su desarrollo espiritual y humano, es muy similar a la visión personalista y cristiana del trabajo que el Papa Juan Pablo II ha reexaminado (…) en su Encíclica Laborem exercens (…)”[5]
El P. João Batista Libânio, profesor del Centro de Estudios Superiores de Brasil, considera que esos conceptos socialistas de Juan Pablo II hacen de él el “Papa más revolucionario de la Historia.” Estas palabras del jesuita son particularmente expresivas:
“Desde el aspecto de la doctrina social, Juan Pablo II es el Papa más avant-garde de la Historia. Una lectura atenta de la Encíclica Laborem exercens de 1981 revela que el Papa defiende ciertos tipos de socialización de los medios de producción sobre una base socialista.”[6]
Por tanto, con respecto al concepto de auto-realización a través del trabajo, las similitudes entre el pensamiento de Juan Pablo II y el Marxismo claramente no es una opinión personal. Esto ha sido señalado por estudiosos de varias tendencias – de derecha, de la izquierda y del centro – en el espectro teológico.
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[1] L’Osservatore Romano, 5 de junio de 1988, p. 8.
[2] Laborens exercens, n. 6, (http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_14091981_laborem-exercens_sp.html)
[3] Istvan Mészáros, Marx: a teoría da alienação (Rio de Janeiro, Zahar, 1981), p. 76.
[4] R. Buttiglione, “Cultura e Filosofia,” Antropologia e praxis no pensamento de João Paulo II (Rio de Janeiro, Lumen Christi, 1985), pp. 42-3.
[5] J. L. Segundo, Teologia da Libertação – Uma advertencia à Igreja, (São Paulo: Paulinas, 1987), p. 127.
[6] João Batista de Arruda, O Estado de São Paulo, 21 de abril de 1996.


Apoyo a la Reforma Agraria socialista

El Comunismo tiene dos aspectos principales que trata de introducir en la legislación de los países occidentales. El primero, que pertenece al campo, es la reforma agraria, referente a la participación de los trabajadores de la tierra en la propiedad de los campos. El segundo aspecto, que pertenece a las ciudades, es la participación de los trabajadores industriales o comerciales en la propiedad de la empresa – la llamada autogestión en las empresas. Cuando estas dos leyes son introducidas en un país, el Comunismo tiene una cabeza de puente para conquistarlo.
Para introducir esas leyes, el Comunismo cuenta hoy en día con la valiosa colaboración de la Iglesia Conciliar que ha rebautizado los viejos principios comunistas y les ha dado una fachada “católica.” Los principios detrás de esas leyes, sin embargo, continúan siendo los mismos que dirigieron el viejo Comunismo:
• una distribución universal igualitaria de los bienes, y
• el acceso común a los medios de producción.
Pero ellos ahora son presentados bajo una cubierta “bíblica,” “profética,” o incluso bajo un mensaje “mesiánico” que pretende defender a los pobres, que deben ser liberados de la explotación por parte de los propietarios. Es el mismo viejo lobo con piel de oveja, o bajo una capa de pastor, para ser más preciso en la metáfora.
No sólo a través de su Teología de la Liberación sino también a través de sus voceros oficiales e instituciones, la Iglesia Conciliar ha difundido esos principios, presentados en un lenguaje “católico,” en todo el mundo. Durante los últimos 40 años, innumerables religiosos y religiosas de diferentes órdenes, teólogos, Obispos e incluso los últimos Papas se hallan, directa o indirectamente, predicando la abolición de la propiedad privada. No sólo prestan un fuerte apoyo a los objetivos del Comunismo, sino también contradicen directamente a la anterior enseñanza social católica.
En efecto, la propiedad privada es virtualmente abolida para los propietarios de tierras y empresarios urbanos cuando esos dos principios son aplicados. Con esto, las puertas quedan ampliamente abiertas para el régimen socialista o comunista para tomar el poder.

*

A continuación algunos ejemplos del apoyo otorgado por Juan Pablo II al desarrollo de una reforma agraria en los países sudamericanos.
Comentando sobre la reforma agraria durante su viaje a Ecuador en 1985, Juan Pablo II dijo:
“Sé que desde algunos años una reforma agraria ha estado en marcha en la que la Iglesia de Ecuador ha desempeñado un papel notable. Quiero alentar esta loable iniciativa.”[1]
Al visitar Bolivia, el Papa hizo otro fuerte ataque contra los propietarios y defendió la reforma agraria. Dirigiéndose a los trabajadores agrícolas en Oruro, afirmó:
“Con respecto a la distribución de la tierra, sé que Bolivia no fue el primer país latinoamericano en realizar una reforma agraria que inicialmente permitió a muchos de ustedes adquirir al menos una pequeña parcela de propiedad. Pero el inconveniente de una propiedad pequeña – en un territorio inmenso y poco habitado – y la existencia de vastos latifundios han continuado creando serios problemas para los trabajadores agrícolas. Estos son problemas muy conocidos y graves que exigen soluciones audaces que hagan prevalecer la justicia.”[2]
En un viaje a Brasil, parecía aprobar la plataforma comunista cuando pronunció estas palabras en la homilía de la Misa que celebró en la ciudad de San Luiz en el Estado de Maranhão:
“Es una cuestión de distribución de propiedades que son insuficientemente cultivadas para quienes que pueden hacer de ellas productivas. En este sentido, la propiedad de la tierra se vuelve ilegitima cuando la tierra no se mejora o cuando se impide que otros la trabajen. Por el contrario, su objetivo es hacer una ganancia que no provenga de la expansión global del trabajo humano y la riqueza social, sino de la represión, de la explotación ilícita, la especulación, y la ruptura de la solidaridad en el mundo del trabajo.”
“Desde este punto de vista, se puede hablar de la alta concentración de la propiedad de la tierra en pocas manos en Brasil, una situación que exige una justa reforma agraria. Esta clase de posesión no se puede justificar, y constituye un abuso delante de Dios y de los hombres.”[3]
El Pontífice reiteró su crítica socialista a los latifundistas brasileños:
“Es necesario decir que la propiedad de la tierra se vuelve ilegítima cuando la tierra no se mejora o cuando se impide que otros la trabajen. Por el contrario, su objetivo es hacer una ganancia que no provenga de la expansión global del trabajo humano y la riqueza social.”[4]
Dirigiéndose a los trabajadores del campo en Bogotá, Colombia, Juan Pablo II sugirió una audaz reforma agraria socialista:
“¿Cuántos de ustedes pasan la vida en el trabajo rudo en los campos… sin la esperanza de obtener para sí el más pequeño pedazo de tierra y sin recibir los beneficios de una audaz y efectiva reforma agraria?”[5]
Durante el mismo viaje a Colombia, el Pontífice nuevamente estimuló la reforma agraria bajo el pretexto de liberar a los campesinos de la “explotación de los grandes terratenientes.” Dirigiéndose a los trabajadores en el Santuario Mariano de Chiquinquirá, afirmó:
“Pero su dignidad como personas y el trabajo que realizan, ellos [los trabajadores] merecen (…) se les garantice formas legales de acceso a la propiedad de la tierra. Es necesario revisar objetivamente aquellas situaciones injustas a las que ellos están a menudo sometidos, sobre todo en el caso de los trabajadores rurales que se ven obligados a cultivar la tierra de otros y son explotados por los grandes terratenientes.”[6]
No parece una pérdida de tiempo detenerse un momento en este pasaje, “los trabajadores que se ven obligados a cultivar la tierra de otros y son explotados por los grandes terratenientes.” Juan Pablo II parece prestar apoyo a los objetivos igualitarios de los socialistas y comunistas que nunca cesan de proclamar que la tierra debería pertenecer a aquellos que la trabajan.
Desde esta perspectiva, el sistema de los trabajadores asalariados sería injusto y opuesto a la dignidad humana. Por consiguiente, un trabajador que depende de su empleador para vivir sería un hombre sujeto a una servidumbre humillante y a una intolerable “explotación.”
Ahora bien, según la doctrina social tradicional de la Iglesia Católica enseñada por los Papas, el sistema de salarios es justo en sí mismo, ya que respeta los derechos legítimos del propietario y los trabajadores.
En oposición directa a la tesis de Juan Pablo II, se lee en la Encíclica Quadragesimo anno del Papa Pío XI, que cita argumentos de la Rerum novarum de León XIII, lo siguiente:
“Quienes sostienen que el contrato de arriendo y alquiler de trabajo es de por sí injusto y que, por tanto, debe ser sustituido por el contrato de sociedad, afirman indudablemente una inexactitud y calumnian gravemente a nuestro predecesor [León XIII], cuya encíclica no sólo admite el "salariado", sino que incluso se detiene largamente a explicarlo según las normas de la justicia que han de regirlo.”[7]
Pío XI, en el texto arriba mencionado, también condena el error de quienes dicen que es explotación no pagar al trabajador toda la ganancia que produce su trabajo, como dice Juan Pablo II. El Papa Pío XI afirma:
“Se equivocan de medio a medio, efectivamente, quienes no vacilan en divulgar el principio según el cual el valor del trabajo y su remuneración debe fijarse en lo que se tase el valor del fruto por él producido y que, por lo mismo, asiste al trabajo el derecho de reclamar todo aquello que ha sido producido por su trabajo, error que queda evidenciado sólo con lo que antes dijimos acerca del capital y del trabajo.”[8]
Es curioso ver cómo a menudo las tesis de Juan Pablo II parecen incurrir en las condenaciones de los Papas anteriores. Vale la pena recordar que su posición con respecto a los asuntos socio económicos son muy similares a las de los comunistas y socialistas.
___________
[1] Juan Pablo II, Speech to the indigenous peoples of Latacunga, L’Osservatore Romano, 31 de enero de 1985, Suplemento, p. 26.
[2] L’Osservatore Romano, 13 de mayo de 1988, p. 6.
[3] Juan Pablo II, Homilía del 14 de octubre de 1991, apud O Estado de São Paulo, “Pontífice defende reforma agrária,” 15 de octubre, 1991; Walter Falceta, “Homilía faz defesa da reforma agrária,” ibíd.
[4] Juan Pablo II, Discurso a los Obispos brasileños en del región del sur-1, 21 de marzo de 1996, publicado bajo el título “Discurso del Papa dirigido a los Obispos paulistas,” O Estado de São Paulo, 22 de marzo de 1996; véase también Hugo Marques – Isabel de Paula, “Papa apoia denuncia de corrupção no Brasil,” O Globo, marzo de 1995.
[5] Juan Pablo II, Discurso en El parque Tunal el 3 de julio de 1986, Mensajes de S.S. Juan Pablo II a los Colombianos (Bogotá: SPEC, 1986), p. 91.
[6] Homilía de Juan Pablo II en el Parque Chiquinquirá, 3 de julio de 1986, Mensajes de S.S. Juan Pablo II a los Colombianos, p. 79.
[7] Pío XI, Encíclica Quadragesimo anno, n. 64 (http://www.vatican.va/holy_father/pius_xi/encyclicals/documents/hf_p-xi_enc_19310515_quadragesimo-anno_sp.html).
[8] Ibíd. n. 68.
Para responder las diversas objeciones de aquellos que apoyan la reforma agraria, así como la defensa unánime y constante que los Papas han sostenido de los principios anti-igualitarios, véase Plinio Corrêa de Oliveira, Arzob. Geraldo de Proença Sigaud, Obispo Antônio de Castro Mayer, y Luis Mendoça de Freitas, Reforma Agrária – Questão de Consciência (São Paulo, Vera Cruz, 1960), pp. 62-106.
http://www.pliniocorreadeoliveira.info/livros/1960%20-%20ReformaAgrariaQuestConciência.pdf.


Apoyo a las empresas socialistas autogestionarias

Esencialmente, la autogestión es la participación del trabajador en la propiedad de la empresa. Se trata de una división radical que implica que la propiedad pertenece a los trabajadores, que deberían dirigir la empresa en un sistema de consulta mutua. Esto representa el fin de la propiedad privada, que ha sido predicada por los socialistas por mucho tiempo. Esta plataforma fue apoyada por la Iglesia Conciliar y hoy es uno de sus objetivos comunes.
¿Qué representa la autogestión con respecto al Marxismo?
Marx transpuso el método hegeliano de buscar la verdad en el contexto histórico, político-social y económico. Este método supone una evolución filosófica por medio de una tesis, antítesis, y síntesis. Para Marx, que lo aplica a las diferencias de clases, la tesis – la hegemonía de la burguesía – se opondría a una antítesis – la dominación del proletariado – lo que generaría una síntesis, la desaparición del Estado, que sería sustituido por células autogestionarias.
Desde Lenin hasta nuestros días, el comunismo ha pretendido situarse en una segunda fase del proceso, esto es, en la dictadura del proletariado.
A juzgar por los discursos de los socialistas y comunistas después de 1989, así como de los progresistas, se podría decir que todos ellos tienen como objetivo el establecimiento de la síntesis, la etapa final del sueño marxista.
Fue en nombre de la autogestión que Juan Pablo II defendió el derecho de participación de los trabajadores agrícolas en la propiedad de los bienes durante una visita a Brasil:
“A los trabajadores de la tierra, al igual que a otros trabajadores, no se les puede negar bajo ningún pretexto el derecho de participación y comunión (…) en la vida de las empresas y organizaciones diseñadas para definir y salvaguardar sus intereses en el difícil y peligroso viaje hacia la transformación indispensable de las estructuras de la vida económica.”[1]
El repitió este mensaje extendiéndolo también a las empresas urbanas:
“Es muy importante para todos los protagonistas de la vida económica tener la posibilidad real de participar libremente y activamente en la elaboración y control de la toma de decisiones en todos los niveles que los involucra.”[2]
Al promover la autogestión, Juan Pablo II parece colocarse contra la enseñanza de Pío XII sobre la propiedad y su función social. En efecto, el Papa Pío XII afirma:
“Por esta razón, la doctrina social católica se pronuncia decididamente sobre el derecho de propiedad privada, entre otras cuestiones. Aquí también hay profundas razones de por qué los Papas de las encíclicas sociales, y Nos también, rechazamos deducir de la naturaleza del contrato de trabajo, sea directa o indirectamente, el derecho de los trabajadores a la copropiedad en el capital de la empresa y, en consecuencia, su derecho de cogestión.”[3]
Queda bastante claro que la doctrina de la autogestión propuesta por Juan Pablo II choca frontalmente con esta declaración de Pío XII. Pío XII estaba siguiendo la enseñanza constante de la Iglesia sobre la materia. Por lo tanto, Juan Pablo II va contra el pasado de la Iglesia Católica.
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[1] Homilía durante la Misa en Recife, 7 de julio de 1980, A palabra de João Paulo II no Brasil (São Paulo, Paulinas, 1980), p. 248.
[2] Reunión con los trabajadores en São Paulo, ibíd., p. 130.
[3] Pío XII, Radiomensaje al Katholikentag de Viena, Discorsi e Radiomenssaggi di Sua Santità Pio XII, (Editrice Poliglota Vaticana), vol. 14, p. 314.

La plataforma anti-capitalista de Juan Pablo II

Mons. Helder Câmara, el Arzobispo Rojo de Recife, Brasil, anunció que uno de los objetivos de la Iglesia Conciliar es condenar el Capitalismo por ser “un régimen intrínsecamente malvado.” El expresó este intento en una carta al comunista francés Roger Garaudy, que la transcribe en uno de sus libros:
“El siguiente paso para nosotros, los cristianos es que se proclame públicamente que no es el Socialismo, sino el Capitalismo el que es intrínsecamente malo, y que sólo el Socialismo puede ser condenado en sus perversiones.”[1]
Se puede decir que Juan Pablo II sigue esta orientación que dice la carta. En la Encíclica Sollicitudo rei socialis, él señaló que la iniciativa privada y la libre empresa – parcialmente calificada como el deseo materialista de lucro y sed de poder – es la responsable de las “estructuras de pecado.” Como solución, propone el ejercicio de una solidaridad igualitaria, muy similar al Socialismo:
“Pecado” y “estructuras de pecado”, son categorías que no se aplican frecuentemente a la situación del mundo contemporáneo (…) entre las opiniones y actitudes opuestas a la voluntad divina y al bien del prójimo y las “estructuras” que conllevan, dos parecen ser las más características: el afán de ganancia exclusiva, por una parte; y por otra, la sed de poder, con el propósito de imponer a los demás la propia voluntad. (…)
“Bajo ciertas decisiones, aparentemente inspiradas solamente por la economía o la política, se ocultan verdaderas formas de idolatría: dinero, ideología, clase social. (…)
“Los débiles, por su parte, en la misma línea de solidaridad, no deben adoptar una actitud meramente pasiva o destructiva del tejido social y, aunque reivindicando sus legítimos derechos, han de realizar lo que les corresponde, para el bien de todos. (…)
“El mismo criterio se aplica, por analogía, en las relaciones internacionales. La interdependencia debe convertirse en solidaridad, fundada en el principio de que los bienes de la creación están destinados a todos. Y lo que la industria humana produce con la elaboración de las materias primas y con la aportación del trabajo, debe servir igualmente al bien de todos.
“Superando los imperialismos de todo tipo y los propósitos por mantener la propia hegemonía, las Naciones más fuertes y más dotadas deben sentirse moralmente responsables de las otras, con el fin de instaurar un verdadero sistema internacional que se base en la igualdad de todos los pueblos y en el debido respeto de sus legítimas diferencias.”[2]
Textos análogos que identifican el Capitalismo con las “estructuras de pecado” se encuentran en muchos de los documentos de Juan Pablo II.
¿Qué reacción han causado estas tesis anti-capitalistas de Juan Pablo II entre los Obispos? Veamos algunas repercusiones en los documentos oficiales de la Conferencia de Obispos Latinoamericana (CELAM). En el documento final de su reunión en Puebla (1979), que fue inaugurada por el mismo Juan Pablo II, los Obispos del CELAM declararon:
“El temor al marxismo impide que muchos enfrente la realidad opresiva del Capitalismo liberal. Se puede decir que, ante el peligro de un sistema claramente marcado por el pecado, la gente olvida denunciar y combatir la realidad que ya ha sido implantado por otro sistema igualmente marcado por el pecado.”[3]
Citando el discurso de apertura de Juan Pablo II en la reunión de Puebla, los Obispos vuelven al ataque contra las estructuras del Capitalismo:
“Confirmamos (…) que la situación de pobreza inhumana en la que millones de Latino Americanos que viven en el más devastador y humillante flagelo. (…) Al analizar esta situación más profundamente, encontramos que esta pobreza no es apenas una fase aleatoria, sino más bien el producto de situaciones determinadas y estructuras económicas, sociales, y políticas, aunque también hay otras causas de la miseria.
“La situación interna de nuestros países tiene su origen y apoyo en mecanismos que, debido a que no están imbuidas de auténtico humanismo, sino más bien de materialismo, en el plano internacional ‘hace que los ricos sean cada vez más ricos a costa de los pobres que se hacen cada vez más pobres’ (Juan Pablo II, 3, 3, AAS, 71, p. 201).”[4]
¿Cuál fue el resultado de este estímulo Papal? El documento final de Puebla representa un fuerte respaldo a la Teología de la Liberación, que es el flagelo del Capitalismo y el promotor del Socialismo en aquel continente.
Incluso si la Teología de la Liberación ya existía en teoría y en la práctica en diversos grupos pequeños, su nacimiento simbólico tuvo lugar en 1968 cuando Paulo VI la apoyó en Medellín. En los años 70 se extendió por todo el continente. En los 80, con el apoyo de la jerarquía católica, sacudió a casi todos los regímenes latinoamericanos civiles y militares neo-liberales.
En los años 90 entró en la arena política como una especie de imán que atrae a todas las fuerzas de izquierda, que comenzaron a ganar las elecciones. En Brasil subió a la presidencia el comunista Lula, una marioneta de la Teología de la Liberación. En Argentina y Uruguay, virtualmente ha tomado el control del gobierno. En Ecuador y Bolivia ya ha tomado el poder. Venezuela se volvió comunista siguiendo un esquema diferente y en Chile ha retornado el socialismo heredero de Salvador Allende, asistido también con la complicidad de la Jerarquía Eclesiástica.
Es triste decirlo, pero en la práctica, toda Latinoamérica se está volviendo socialista, gracias, en parte considerable, al estímulo de Paulo VI en Medellín y Juan Pablo II en Puebla. En la base de esta enorme transformación está el sofisma en que el sistema neo-liberal, basado en la libre iniciativa y propiedad privada, produce que los “ricos se hagan cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres.”
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[1] Herdel Camara, apud Roger Garaudy, Parole d’homme (París, Laffont, 1975), p. 118.
[2] Juan Pablo II, Sollicitudo rei socialis, nn. 36-39, (http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_30121987_sollicitudo-rei-socialis_sp.html)
[3] CELAM, Conclusoes de Medellín, A Igreja na atual transformação da América Latina à luz do Concilio (Petrópolis, Vozes, 1980), n. 92.
[4] CELAM, Puebla, 1979, - La evangelización en el presente y en el futuro de América Latina (Madrid, BAC, 1982), nn. 29, 30.

Objeción: el aspecto ateo del marxismo

Alguien podría objetar que el Papa y las autoridades de la Iglesia nunca apoyarían el Comunismo o el Socialismo porque son sistemas ateos.
La ingenua objeción de que el Marxismo es ateo y, por lo tanto, no puede ser aceptado por los progresistas, que profesan creer en Dios, carece de fundamento.
Debido a que el Progresismo y el Marxismo creen en la evolución universal, el proceso evolutivo es aceptado por ambos. La discusión acerca de la existencia de Dios ya no es un punto de diferencia esencial para ambos. Esta ha sido reducida a una sola materia, secundaria. Los progresistas creen que el punto final de la evolución es Dios, porque para ellos Dios está inmanente en toda la creación, y que la última etapa de la evolución es la divinidad.
Los progresistas dicen que los marxistas creen en una evolución universal, que admiten el mismo proceso evolutivo, pero que no comprenden la etapa final del proceso, que ellos designan vagamente como el “futuro.” Si los marxistas intentasen explicitar este punto final, se darían cuenta que su “futuro” no es otra cosa que lo que los progresistas llaman Dios. Por lo tanto, la presentación del argumento de que el Marxismo es ateo, para diferenciar a los progresistas de los marxistas, se reduce a una mera cuestión de palabras. De hecho, ambos adhieren a los mismos principios filosóficos, muy diferentes de lo que la Iglesia enseña sobre Dios.

Conclusión

La conclusión de este pequeño trabajo, es breve y triste: Juan Pablo II, al igual que sus dos predecesores, parecen apoyar el Marxismo por la vía de las ideas y de los hechos.
Muchas de sus enseñanzas están en abierta oposición a todo el Magisterio Pontificio sobre asuntos económicos y sociales que les precedió.
De esta exposición, se puede comprender la extensión y anchura de las palabras de la Virgen María en 1917, cuando ella predijo en Fátima que “Rusia esparcirá sus errores por el mundo entero.” Tal vez ella implicaba incluso que los Papas conciliares serían instrumentos de difusión del Comunismo.

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