Las cuatro respuestas de Jesús

Estaba Jesús en el inicio de su ministerio cuando tuvo un particular encuentro. Sería uno de esos episodios que marcan la vida y dejan huella para siempre por las características del ser con el que conversó y por el curso que tomó el particular diálogo.

Juan Bautista era uno de los personajes más famosos de la época y había anunciado la llegada del Mesías. De Juan había escrito Isaías una referencia en la cual lo consagraba como el hombre que se haría sentir en el desierto y prepararía el camino que más adelante iba a recorrer el Salvador: “Voz de uno que grita en el desierto: preparen el camino para el Señor, háganle sendas derechas” (Isaías 40:3).

Juan a su vez se refirió a Jesús cuando bautizaba a sus discípulos y lo hizo con un comentario lleno de significado: “Yo los bautizo a ustedes con agua para que se arrepientan. Pero el que viene después de mí es más poderoso que yo, y ni siquiera merezco llevarle las sandalias” (Mateo 3:11.

)

Y ese ”más poderoso que yo” un día acudió a Juan para que lo bautizara, lo cual, lógicamente sorprendió al hombre del desierto, pese a lo cual, cumplió finalmente su deber.

Luego Jesús inicia un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches y, cuando lo termina, en pleno desierto, el diablo le propone: “Si eres el Hijo de Dios, ordena a estas piedras que se conviertan en pan” El demonio debió pensar que los cuarenta días de ayuno, con sus respectivas noches habían debilitado físicamente a Jesús y lo retó para que hiciera un milagro en ese momento.

El Mesías pudo hacerlo (de hecho, después convertiría el agua en vino y multiplicaría los panes y los peces) pero no se trataba de complacer al maligno y por eso dio su primera respuesta:

-Escrito está: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.

El diablo debió poner cara de poco amigos (no le habrá costado ningún esfuerzo), pero no se dio por vencido y volvió a la carga. Llevó a Jesús a la ciudad santa y, cuando estaban en la parte más alta del templo, en donde presentó una inesperada petición: “Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque escrito está: “ordenaré que sus ángeles te sostengan en sus manos, para que no tropieces con piedra alguna” (Salmo 91: 11-12)

A Jesús no le hubiera costado hacer lo que se le pedía pero estaba claro que no estaba dispuesto a dejarse tentar. Satanás no solo leía las Escrituras sino que memorizaba porciones de la misma. Pero Jesús le responde con la misma arma, una cita de la Palabra:

-“También está escrito: no pongas a prueba al Señor tu Dios” (Deuteronomio 6:16)

Fue la segunda respuesta de Jesús y su contundencia haría pensar que todo terminaba en ese momento, pero el diablo tenía otros planes. Llevó a Jesús a una montaña y le mostró todos los reinos del mundo en su pleno esplendor: “Todo esto te daré si te postras y me adoras”.

Era el colmo del atrevimiento y Jesús en lugar de una, le da dos respuestas. Primero le dice, con tono firme, para que le entienda bien, ¡Vete Satanás! Y luego le recuerda uno de los más altos principios del creyente: “Adora al Señor tu Dios y sírvele solamente a Él” (Deuteronomio 6:13).

Ahí sí, ante muestras evidentes de firmeza, el diablo no tiene más remedio que huir.

Las cuatro palabras utilizadas por Jesús para enfrentar a Satanás cumplieron con el objetivo de derrotarlo. Pero a nosotros nos queda claro que el ser maligno es atrevido desde cuando se atrevió a tentar a nadie menos que al Hijo de Dios. Por eso debemos estar preparados para una lucha que es larga y difícil y en la que nuestra mejor y única arma es la protección de Dios.

Lo bueno que vaya a hacer hoy, hágalo bien, por usted, por su familia y por su país. ¿Ya leíste Maicao al Día?

Fuente del artículo http://www.articulo.org/525/alessandro

Seguidores